Por
Catalina Carmona Ruiz / Lunes 25 de marzo de 2013
Luz
y María caminaban vestidas de blanco, un ropaje que simboliza la paz, en el
pecho llevaban la foto de sus hijos a quienes habían asesinado el año 2008. Su
recuerdo les había llevado a buscar respuestas más allá de las negativas del
gobierno y de la impunidad que impera en Colombia. Caminaban con una rosa roja
en la mano y la mirada firme al futuro.
Caminaban
para recibir el premio que reconoce sus años de lucha, de valentía, de esfuerzo
por defender los derechos humanos en Colombia. Fue así como en el Parlamento de
Cataluña el pasado lunes 18 de marzo el Instituto Catalán Internacional para la
Paz otorgó el Premio ICIP Constructores de Paz 2012 a cinco madres de
Soacha: Luz Marina Bernal, Carmenza Gómez, María Sanabria, Mélida Bermúdez y
Lucero Carmona. El premio fue entregado por la presidenta del Parlamento de
Cataluña Nuria de Gispert, Rafael Grasa, presidente del ICIP.
En
la ceremonia participaron dos de las Madres de Soacha: Luz Marina Bernal y
Maria Sanabria, quienes en el 2008 vieron desaparecer a sus hijos Fair Leonardo
Porras Bernal de 26 años y Jaime Steven Valencia de 16 años. Las madres se
unieron para ejercer justicia y luego de años de búsqueda encontraron que a sus
hijos a quienes habían asesinado y los habían enterrado en una fosa común en
Ocaña, un municipio del norte de Santander con 86.000 habitantes.
A
los hijos de las madres los llevaron a la zona, se presume que en algunos casos
los convencían de ir con una promesa de un trabajo, dado que Soacha es una zona
donde las condiciones de pobreza y miseria aquejan a gran parte de la
población. Pero, los jóvenes aparecían asesinados y luego los hacían pasar por
guerrilleros muertos en combate, a estos casos se les llamó falsos positivos al
demostrarse que eran ejecuciones civiles. Al denunciar la situación, las madres
han sido perseguidas y amenazadas, viendo en peligro sus vidas. Incluso a un
segundo hijo de Carmenza Goméz, John Nilson lo asesinaron en el año 2009.
En
la entrega del premio, Rafael Grasa, dijo que se debía honrar el trabajo de las
madres porque es: “recordar a todos los desaparecidos y recuperar sus sueños”.
También reconoció que para aspirar a reconciliar los vínculos del estado y la
sociedad en un contexto como el colombiano es necesario el derecho a la verdad,
a la justicia, a la reparación y tener garantías de no repetición. Además
señalo que debe haber justicia en estos y otros casos parecidos porque “sin
justicia no hay garantías de no repetición”.
La
presidenta de Amnistía Internacional Cataluña, María Cañadas, habló también
desde la necesidad de recordar el pasado, diciendo en Catalán: “No s’ha
d’oblidar mai el passat”(no se debe olvidar nunca el pasado), para que no se
repitan casos tan graves como el de ejecuciones extrajudiciales. La presidenta
del Parlament Nuria de Gispert señaló que: “las víctimas necesitan el
reconocimiento internacional de la tarea que realizan”.
Luego
de las lecturas en la mesa, se dio paso a la proyección de un video donde se
mencionaba la tarea que las madres de Soacha han venido realizando, se destacó
como luchan y sensibilizan no solo mostrando su papel como defensoras de los
derechos de sus hijos, sino también siendo gestoras de otras luchas
compartidas. Pero la impunidad es imperante en Colombia y en el año 2010 a 48 soldados
implicados en los casos de falsos positivos se les dejó en libertad por
vencimiento de términos, es decir no se juzgo en los plazos impuestos por la
ley. En Colombia se han contabilizado 4716 ejecuciones extrajudiciales y puede
que sean más.
Las
razones del premio fueron leídas y se resumen en tres puntos:
“Primero,
el coraje y la ejemplaridad que representa su lucha: persistente, sin aceptar
silencios, propuestas de indemnizaciones o dejarse asustar por coacciones. Al
hacerlo, han dado testimonio de graves delitos, han impedido la impunidad y han
preservado la memoria de los hechos y, además, han impulsado la necesidad de
actuar del gobierno y de la justicia.
Segundo,
por su contribución a la creación de ciudadanía y a la defensa de la justicia y
del estado de derecho, al mostrar que para construir una paz duradera y
sostenible es necesario encontrar fórmulas que garanticen la satisfacción de la
demanda de reconocimiento y justicia para las víctimas.
Tercero,
por la importancia que tiene en este momento, al abrirse una fase esperanzadora
en el largo conflicto armado colombiano con las conversaciones directas con las
FARC.”
La
entrega del premio fue una ceremonia emotiva, las lágrimas brotaron del rostro
de Luz Marina emocionando a parte de la sala con sus palabras. En la sala se
encontraban personas de distintas organizaciones sociales que han ido
acompañando en las luchas desde Cataluña a diversas organizaciones defensoras
de derechos humanos en Colombia.
Fueron
lágrimas sentidas que también acompañaban la canción que María Sanabria había
compuesto y que entono a capela en la sala: “grita, llora la tierra, lloran los
montes... lágrimas derramadas por madres, buscando sus hijitos, fruto de sus
entrañas.”
El
Premio llega en un momento importante para sacar a la luz los casos de las
mujeres e impulsarlos para que sean investigados. Además es un foco para
mostrar que la lucha de estas mujeres valientes debe ser respetada y
acompañada, por esto Luz Marina decía: “el premio es como un bastón para seguir
caminando”.
“Este
reconocimiento que nos han dado no sólo es para estas cinco madres, sino para
cada una de las mujeres de Colombia que estamos dispuestas a una paz verdadera,
para las generaciones que vienen y para las que están empezando a crecer”.
Señaló Luz Marina.
Para
el cierre Nuria de Gispert dijo que las mujeres habían hecho historia, “sois
constructoras de paz y deseáis que vuestro país trabaje y luche por la
reconciliación”.