La lucha de los cafeteros no se detiene |
Horacio Duque.
No se detiene la revuelta
de los caficultores. Se expande y agrega otros sectores de los campesinos
afectados por la política económica del gobierno del señor Santos, el gerente
del modelo económico neoliberal vigente, que él ayudó a implementar porque ha sido
un burócrata empedernido de todos los gobiernos conocidos en los últimos 20
años, además de haber hecho parte de los directivos de la Federación Nacional
de Cafeteros como diplomático en Londres.
El levantamiento de los
caficultores, especialmente en su grupos más organizados y conscientes, como
los del Huila/Tolima /Caqueta/Quindío/Caldas/ Risaralda, está adquiriendo
las dimensiones de una metáfora política revolucionaria que engloba el repudio
generalizado de los campesinos y las clases más pobres de la sociedad afectadas
por el Estado neoliberal vigente; contra todos los planes gubernamentales que
han derivado en la ruina y miseria de millones de seres humanos, y de renglones
claves de la economía como la agricultura y la industria.
El neoliberalismo
impuesto por la oligarquía colombiana en el gobierno del señor Gaviria desde
1990, con la apertura económica, ha implicado un modelo de desarrollo por
desposesion, y no por expansión de aparato productivo, que ha conllevado la
privatización de sectores estratégicos del Estado y su entrega, a precio de
huevo, a poderosos clanes económicos; ha significado el debilitamiento de las
funciones sociales del Estado, mediante la mercantilización de la salud, la
educación, los servicios públicos y otras responsabilidades públicas; trajo la
flexibilización salvaje del mercado laboral con leyes que eliminaron los
derechos y garantías de los trabajadores; implantó la especulación financiera
de los baqueros y aventureros de los mercados bursátiles; impuso la exportación
neta de capitales; entronizó la corrupción y redujo la idea democrática a unos
procesos electorales fraudulentos y tramposos.
En su gobierno, Santos ha
llevado todos estos indicadores a su extremo, diezmando la agricultura y
desindustrializando la economía, mediante Tratados de Libre Comercio que han
otorgado ventajas descomunales a las multinacionales de los países capitalista
centrales y el impulso al extractivismo y la megamineria que favorece a los
conglomerados económicos del petróleo, el oro, el carbón y otros, causando
graves e irreversibles daños ambientales .
La ruina de los cafeteros
es el resultado más palpable del recetario neoliberal aplicado por los
políticos que controlan el Estado, que son los mismos de siempre.
Destruyeron la industria
cafetera, una de las mas prosperas, y ahora se niegan a consensuar con los
huelguistas salidas adecuadas, con el argumento de que no tienen dinero,
afirmación falaz dada la enorme cifra que se gastan en la guerra inútil y su
aparato militar, para aplastar a la resistencia campesina revolucionaria.
Los campesinos del café
nos están dando una lección enorme de dignidad y lucha. Tenemos que
acompañarlos, pues su movilización apunta a construir el posneoliberalismo con
otras competencias para el Estado y el gasto público, que atiendan las demandas
populares, los requerimientos de una democracia pos liberal y los principios de
la soberanía nacional.
No hay paz sin justicia
social, es el mensaje de los miles de caficultores que siguen apostados en vías
principales, bloqueandolas como otra forma muy eficaz de lucha.
La revuelta de los
caficultores es la rebelión del pueblo contra el neoliberalismo y su Estado
oligárquico corrupto.