Por
Horacio Duque
Varios
hechos, ocurridos en los últimos 30 meses, han puesto en evidencia la gravedad
de la situación de Bogotá y de la integridad de los intereses comunales de casi
10 millones de ciudadanos que la habitan.
Desde mediados del 2010, varios
núcleos de ciudadanos y líderes muy reconocidos de la Capital identificaron
focos y cadenas de corrupción que, a la vista de todos, despojaban los
patrimonios colectivos.
Paulatinamente la comunidad fue
colocada delante de una monstruosa empresa
de múltiples complicidades, empeñada en la apropiación de los
presupuestos y las infraestructuras institucionales y sociales que la ciudad ha
construido a lo largo de 500 años.
Todo estallo a propósito de la
construcción de un sistema de transporte masivo por la calle 26 y la Carrera 10, vías
metropolitanas centrales por donde se movilizan millones de personas hacia sus
sitios de trabajo, de estudio y de realización de otras actividades cotidianas.
Las obras simuladas generaron
un caos descomunal y el trauma propicio un desorden sin antecedentes. No había
por donde transitar y la desesperación se propagó.
Mafia como mafia, unos con cuello blanco y otros con. . . . |
CON
LOS DÍAS SE FUE destapando
el misterio. Las denuncias aparecían una tras otra y nos dimos cuenta
que el gobierno del Polo Democrático en cabeza de Samuel Moreno, había
conformado una red satánica para el asalto y saqueo de la
ciudad. Increíble pero cierto. Lo que era obvio no
lo habíamos captado oportunamente, eso que en Bogota esta lo más
calificado del ciudadano colombiano, por sus niveles de educación, cultura y
conciencia política. La delincuencia de cuello blanco hacia de las suyas, se
feriaba la ciudad y nadie reaccionaba. En este inventario. Desde luego, hay que
anotar que el gobierno anterior, el del sindicalista L. Garzón (2004-2008),
había colocado su cuota inicial. Unos desmovilizados de cierta guerrilla que
recibió dineros del gobierno samperista, bien colocados en sitios privilegiados
de la administración, orquestaron cuantiosos negocios con los contratos
oficiales en el Acueducto y los sistemas centrales de gobierno. Me refiero a D.
E. Ruiz y R.A. Sanguino, dos matones periféricos adictos al chantaje
y a la sangre.
La
elección del nuevo alcalde para el periodo 2012/2016 destapó el
descalabro en que se encontraba Bogotá. El candidato triunfante, el doctor
Gustavo Petro, puso toda su energía e inteligencia en este tema y la sorpresa
fue mayúscula.
El alcalde Gustavo Petro tiene una dura y complicada tarea. |
Las denuncias obligaron la
intervención del taimado sistema judicial y hoy están en la cárcel, pagando
largas condenas, el ex alcalde Samuel Moreno, su hermano el ex senador Iván
Moreno, varios concejales, los encopetados contratistas Nule Amin, Jaime Gómez,
R. Dávila, E. Tapias Arrazola y quedan pendientes varios ediles (12) del
Concejo Distrital, metidos hasta el cuello en varios frentes del asalto a la
ciudad. Prada, el expolicía samperista, por decir un caso, es uno de ellos,
pues dispuso del multimillonario Fondo de Seguridad de la Secretaría de Gobierno
como si se tratara de una cuenta personal, manejada desde lujosas oficinas en
el Centro Internacional. La pesquisa de policía judicial indica, igualmente,
que un personaje de nombre R. Sanguidno, habituado al matoneo semántico,
convirtió el Hospital de la
Localidad de Usme, en un pantanero de la indignación moral y
comunal.
Aún falta mucho por conocer y
profundizar sobre este infame capitulo de la historia de la capital. Por
ejemplo, sobre las andanzas del Polo Democrático, su ex senador Y. Dusan y
algunos de sus concejales, en los campos de la salud y la educación, en los que
las denuncias de Oscar Sánchez, Secretario de Educación y Guillermo A. Jaramillo,
Secretario de Salud, han visibilizado el fraude en hospitales, colegios,
pensiones, cesantías y contratos con establecimientos escolares chatarra, por
donde Argot/e incrementó notablemente su riqueza familiar. Una investigación
más sesuda deberá aclarar en un futuro cercano el origen de la
riqueza de Dusan, el poderoso cacique de la salud de los docentes de Fecode.
Sin
embargo, este asunto no para allí. Con la ejecución del Plan de Desarrollo de
la ciudad del Alcalde Petro, Bogotá Humana Ya, han estallado otros problemas
muy graves para la comunidad bogotana.
La implementación de un nuevo
modelo de aseo que implica la incorporación de miles de recicladores en el
manejo de las basuras, en cumplimiento de un Auto judicial de la Corte Constitucional ,
el cual permite adecuarse a las políticas para hacer frente a los problemas del
calentamiento global, ha suscitado un desproporcionado impase administrativo
con cuatro empresas que desde hace más de una década organizaron un campo
privado de gestión, ajeno al interés público, no obstante que su base
financiera son los pagos ciudadanos del servicio de acueducto y
alcantarillado. Aseo Capital, Lime, Ciudad Limpia y Atesa, son las marcas de
las actuales recolectoras de basuras en 6 zonas estratégicas, en un esquema
operativo con 6 macrorutas y 618 microrutas. Es un negocio multimillonario por
el que la ciudad debe pagar unos desmesurados sobrecostos, que el Alcalde ha
dispuesto suspender de manera soberana y en defensa del interés público,
mediante el Decreto 564 del 10 de diciembre del año en curso.
Quien dijo miedo. Los potentes
dueños del negocio anunciaron guerra y obstrucción. Han orquestado una campaña
de revocatoria del mandato de Petro e impulsan un
despliegue mediático para infundir temor y pánico entre la ciudadanía
para obligarla, de tal manera, a colocarse a su favor.
Dos “Paisas”,
ciudadanos del departamento de Antioquia con Medellín como capital,
sindicados de ser integrantes del Cartel de Medellín de Pablo Escobar, Álvaro Uribe Vélez y William Vélez, éste último “otro primo (de Uribe), amigo personal de Pablo Escobar” como escribía Allende de Paz en una crónica sobre los tentáculos familiares de Uribe. |
PERO
LA REACCIÓN NO
SE ha
hecho esperar. La ciudadanía se ha movilizado para desenmascarar la
conspiración de William Vélez, acusado de ser un narcoempresario uribista,
con múltiples tentáculos en la ciudad y con abundantes contratos de
limpieza por muchas urbes; de Alberto Ríos, el socio de German Vargas Lleras, el
Ministro de Vivienda, inmerso en un proceso judicial en la Corte Penal por sus
estrechos vínculos con paramilitares sanguinarios del Casanare y Arauca, cuyos
nombres son Martín Llanos y Julio Acosta, bien encarcelados en La Picota para que respondan
por sus delitos y aclaren los apoyos del Ministro, desde sus prominentes
posiciones políticas y gubernamentales durante más de 20 años, donde ha
figurado como un delfín estridente de los escuadrones
ultraderechistas; y de Gina Parody, una seudo empresaria pesquera, muy activa
en la movilización del tinglado de superintendencias para impedir que el
Alcalde Petro ejecute sus proyectos progresistas. Parody es el fétido relleno
sanitario de toda esta basura politiquera.
EL
REPUDIO DE LOS BOGOTANOS a
la mano negra de las basuras y su apoyo al nuevo plan de aseo ha puesto al
descubierto como la ciudad está secuestrada por un Macrocartel de poderosos
caballeros del capitalismo mafioso. Por donde quiere que Usted mire están estos
“tipos”, como lo ha dicho la flor de la inteligencia edilicia. Todo lo
manipulan en función de su riqueza y ambiciones políticas reaccionarias.
German Vargas Lleras, por
ejemplo, es el amo entre los constructores de vivienda y el desarrollo urbano.
Es lo que explica su recurrente desinformación con los índices de construcción
y de los precios de la vivienda para favorecer a las 3 o 4 constructoras más
poderosas, verdaderos casatenientes citadinos.
El carrusel de la
corrupción en Bogota
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Los otros tipos/pulpos (Vélez, Ríos Parody) están entre los 12 operadores de Transmilenio que se han embolsillado
en 120 meses la friolera de 2 mil millones de dólares en un negocio
redondo que azota a los usuarios. Los cuales se niegan a revisar los actuales
contratos, temas que, a no dudarlo, será ocasión
de próximo conflicto. De igual manera están en el negocio de la
salud, de los seguros, de los restaurantes, de los colegios, de los hospitales,
de la seguridad, de la policía. Todo lo controlan. La gran mayoría de los
concejales corresponden a su discreción.
No me cabe la menor duda. Bogotá
esta secuestrada por una siniestra gavilla de hampones que la despoja sin
clemencia.
Son los mismos que han
anunciado la revocatoria del Alcalde Gustavo Petro, lo quieren aniquilar para
poder conservar su campo inmoral de poder.
Los bogotanos tenemos que
reaccionar. Hay que defender los bienes comunales y la vida democrática de la
ciudad.