Entrevista
a Jaime Nevado, cantautor de las FARC
“Aunque hoy la vida parezca ser un cuento, cuéntala”
Martes
18 de diciembre de 2012, por
Entrevista
realizada por Hernando Calvo Ospina. Periodista y escritor, residente en
Francia y colaborador de Le Monde Diplomatique. La Habana, noviembre
2012.
El día 18 de
octubre se instalaron en Oslo las negociaciones entre el gobierno colombiano y
la guerrilla de las FARC. Unas horas antes, la organización revolucionaria hizo
público un video musical. Este comienza con palabras de su comandante máximo
Timoleón Jiménez, más conocido como Timochenko: “Llegamos a la mesa de diálogos
sin rencores ni arrogancias.” Inmediatamente se ve a varios jóvenes
interpretando un rap, sin portar armamento ni traje camuflado. Esto tuvo un
gran impacto. La prensa colombiana lo consideró como un “manifiesto político”.
El estribillo
dice: “Ay, me voy para la Habana/ esta vez a conversar/ el burgués que nos
buscaba no nos pudo derrotar/ ay, me voy para la Habana/ esta vez a conversar/
con aquel que me acusaba de mentir sobre la paz/ (…) Ay, me voy para La Habana/
supieran con qué emoción/ me voy para conversar la suerte de mi nación.”
(*)
Acariciando las
cuerdas de su guitarra me encuentro al hombre que compuso esa canción. Dice que
se llama Jaime Nevado. Es muy amable y sus ojos sonríen a través de los lentes.
Tiene canosos tanto la barbilla como el bigote. Al preguntarle la edad, me dice
que está cercano al “séptimo piso”. Mientras habla pareciera que abraza la
guitarra. O mejor, es como si buscara en ella apoyo a sus palabras. Durante
cuatro ocasiones detuvo la entrevista para interpretar sus canciones.
Hernando
Calvo Ospina. ¿Cómo es
posible crear un rap, música de jóvenes, a los casi setenta años que usted
tiene?
Jaime
Nevado. Soy un viejo que
rejuvenezco cada día trabajando con jóvenes, mayoritariamente campesinos. Yo
vengo de la ciudad, del mundo del teatro. Entonces este viejo, que un día fue
joven, así le aporta a la juventud para ayudar a la transformación del país.
Soy un viejo con la suerte de poder llegar a la juventud con la música
Ahora, no
olvidemos que el rap es una cultura que viene de lo marginal, de los negros estadounidenses,
también marginales, que lo volvieron popular. Fueron esos negros, rechazados
por esa sociedad altamente racista, quienes aparecieron en las esquinas con sus
toques africanos expresando y rechazando esa marginación.
En mi caso, yo he
logrado fusionar dos culturas urbanas diferentes, aunque con raíces africanas:
el tango y el rap. Ambas nacidas en la marginalidad. Esa oportunidad me la dio
el estar cerca de los jóvenes.
HCO. ¿En dónde aprendió esa forma de componer, de
cantar, de tocar la guitarra?
JN. Eso nació hace muchos años, desde el momento en
que me vinculé a las FARC, porque la guerrilla se me volvió una escuela de
libertad. Lo aprendí en la cátedra diaria de un pueblo cansado de que lo
exploten y lo humillen. Por eso cuando canto lo hago con el alma
antiimperialista y el deseo de tener una nación diferente. La música, la
cultura, son esperanza.
En las FARC
siempre dedicamos tiempo a la creación cultural, porque nuestro fin es crear un
mundo nuevo, y la cultura es esencial para ello. Por eso todas las noches
hacemos una hora cultural, así estemos sólo tres guerrilleros. Si la situación
de la guerra lo permite, nos reunimos en torno al fuego y hablamos de lo que ha
sido nuestra vida cotidiana con la familia, con la novia, con los amigos. Alguno
declama un poema, otra canta, otro cuenta una vivencia, o un grupo presenta una
obra de teatro. O también bailamos nuestra linda música colombiana que tiene
tantos ritmos, de tantas regiones. Es como una reunión espiritual.
HCO. ¿Esta “comunión espiritual” la hacen por ser
guerrilleros o por temor a la muerte?
JN. Yo diría que es por ser humanos. Y los humanos
logramos ser más humanos cuando reconocemos que muchas cosas simples que hemos
tenido en la vida, pueden ser grandes experiencias. Y eso sólo se logra
compartiendo recuerdos, vivencias.
Yo apenas era un
simpatizante de las FARC cuando alguien me pidió que escribiera un poema. Lo
necesitaba de urgencia, ¡para ya! Quería un canto a la libertad y a la vida. Y
lo único que se me ocurrió escribir fue: “Aunque hoy la vida parezca ser un
cuento, cuéntala, hermano, cuéntala tantas veces, tantas, hasta que ese cuento
se traduzca en canto.”
HCO. Es contradictorio que Usted hable de cantar a la
vida y a la libertad, cuando están catalogados de “narcoterroristas”.
JN. Yo odio a los narcoterroristas. La imagen que
tengo de ellos es terrible, porque son los que torturan, bombardean, asesinan
al pueblo, a los niños, violan a las mujeres. Las FARC ha cometido errores con
la población, pero terroristas no somos, y menos aún narcos. Los reales
narcoterroristas son los que nos quieren hacer aparecer como ellos.
HCO. ¿Es que en la actualidad se pueden hacer las horas
culturales? Lo digo porque con toda la tecnología que les han aplicado para
localizarlos y bombardearlos, es peligroso prender un fuego, por ejemplo.
JN. Hay que hacerlas. Las FARC no se pueden detener
ante las bombas, los tiros y la tecnología asesina. No, por el contrario, se
debe cantar más, educarse más, pelear más. Y todo eso debemos hacerlo con
alegría. Claro, existen unos días en que la guerra no lo permite. Pero apenas
pasa el estallido de las bombas y los tiros, vuelve la cultura.
HCO. Usted hace trabajo cultural en la guerrilla, como
muchos otros, ¿pero es que no podían hacerlo en las ciudades y pueblos, sin el
fusil al hombro?
JN. En las ciudades se puede cantar, hacer teatro o
poesía, pero siempre dentro del marco que establece el sistema. Cuando se hacen
actividades para despertar cerebros en pos de un mundo diferente, te matan. Así
es en Colombia desde hace muchísimos años. En la ciudad no se tiene la
tranquilidad para hacer un trabajo político legal, porque apenas el estamento
se da cuenta que uno piensa diferente, y que la gente está siguiendo el
pensamiento de uno, ahí mismo ordenan el asesinato. Trabajar para levantar
conciencia social es bien peligroso. Trabajar para que la gente deje de estar
adormecida y alineada por culpa de la televisión, la internet y los mensajes de
la radio, es muy peligroso.
Y no es que uno
llegue a la guerrilla sólo para evitar que lo maten. No, es que aquí se pueden
hacer muchas cosas que te permiten estar comprometido con algo valioso durante
el trayecto de la vida. Porque es maravilloso que cuando uno hace un balance de
la vida, uno pueda decir: yo pasé por la vida y no la vida pasó frente a mí
como una película. Creo que la mayor satisfacción de un ser humano, cuando va
llegando al final de su vida, es el haber hecho algo por la vida, por los otros
seres, y con ellos.
En las FARC uno
aporta ese grano de arena para cambiar la sociedad, porque las FARC es una
escuela de formación de seres humanos.
HCO. Pero ustedes tienen teléfonos celulares,
excelentes computadores, escuchan radio y ven televisión, como en cualquier
otra sociedad consumista.
JN. Nosotros no estamos en contra de los avances
tecnológicos, porque además los utilizamos para nuestra lucha diaria
revolucionaria. Lo que no estamos de acuerdo es en lo que se están utilizando.
Lo que queremos
en las FARC es que existan hombres y mujeres con criterios humanos diferentes.
Cuando podemos miramos esas novelas, luego analizamos su contenido, hacemos
debates para saber si algo nos aportan en el sentido ético y el valor humano.
Lo que hoy se ve en la televisión colombiana es la apología a la mafia, al
crimen. Inspiran al derroche, al lujo, al consumo, en un país donde 30 millones
de personas viven en la pobreza. A eso es que los grandes medios de
comunicación le brindan culto, y es lo que los jóvenes ven.
La cultura de
masas que existe en Colombia, y en casi todas las partes del mundo, sólo sirve
para adormecer a la juventud. Y nosotros tratamos de despertarla. La lucha es
muy dura por desigual, pero lo intentamos cada día. Ellos tienen millones y
millones de dólares para hacer su trabajo de alineamiento. Ellos aplican lo que
se llama la “guerra de cuarta generación”: a un joven lo anulan, lo coaptan o
lo matan. Anularlo es ponerlo a ver esas series estúpidas; coaptarlo es
ganárselo para tenerlo en contra de sus propias gentes; y cuando no pueden lo
uno o lo otro, pues lo matan. Así de simple. Entonces ya no son grandes
ejércitos los que andan persiguiendo a los jóvenes, sino un comando de
producción de televisión y cine.
HCO. Ustedes llevan cincuenta años de monte, de
guerra. El gobierno repite que ya ustedes no tienen un proyecto político. Lo
dicen también ex guerrilleros y muchos en la izquierda.
JN. La misma burguesía ha reconocido que con cinco
millones de dólares se hubiera evitado esta larga y cruenta guerra. Con ese
dinero se les hubiera permitido a las familias de 51 campesinos, 48 hombres y
tres mujeres, tener trabajo, sembrar la tierra y aportar alimentos al país.
Pero no, fue esa burguesía “traga níquel” la que dijo: “lo mejor es matarlos”.
Y lo intentaron, enviándoles 16 mil soldados y bombas, con el asesoramiento
gringo. Y esos campesinos, armados con machetes y unas viejas escopetas, los
enfrentaron. Luego de dos meses de estar resistiendo, teniendo el estallido de
las bombas muy cerca, presentaron una propuesta política al país, que es el
programa agrario que hasta hoy enarbolan las FARC. Eso fue el 20 de julio de
1964, día que se tiene como el nacimiento de las FARC. Y desde esa época
hacemos propuestas políticas para salir del conflicto armado y social.
El Estado y los
monopolios dueños de los medios de comunicación, repiten que no tenemos
propuestas políticas; que a nosotros nos encanta estar en la selva para que nos
piquen los mosquitos; y porque gozamos con todas las bombas y tiros que nos
lanzan. Lo extraño es que siempre nos buscan para dialogar.
Y cuando nos
buscan con la intención de que dejemos las armas, les repetimos lo que se
necesita para que exista paz en Colombia. Entonces dicen que no se puede, que
pedimos demasiado. Porque les decimos que la paz en Colombia necesita de pan
diario en todas las mesas de los 30 millones de pobres; escuelas para aprender
a leer y hacer cultura; hospitales para no morirse de una diarrea; tierra para
cultivar y no tener que importar lo que podemos producir en cantidades. Dicen
que no se puede, que no hay dinero. Claro, sobra el dinero para dar plomo y
asesinar. Y permitir que las inmensas riquezas se las lleven las
transnacionales.
HCO. ¿Por qué no han logrado tomarse el poder por las
armas?
JN. No creo que sean las FARC quienes deben llegar al
poder: es el pueblo. Y si no se ha llegado es porque han logrado tener al
pueblo adormecido, alienado. El día que el pueblo se defina, vamos a conquistar
el poder. Nosotros somos el ejército de un pueblo, y como ejército de ese
pueblo estamos para conducirlo hacia el poder.
HCO.Y, ¿otra canción para terminar esta charla?
JN. ¡Claro que sí!: Cuente gringo la verdad/ ¿qué viene a hacer en mi patria?/ se que su
oficio es matar/ invadir para saquear/ y con su transnacional propagar tantas
desgracias. Conteste gringo abusivo/ ¿qué es lo que busca en mi tierra? Como le
ocurrió en Vietnam/ y reciénteme en Irán/ lo volverán a sacar con el rabo entre
las piernas. Gringo ya no joda más/ deje a mi pueblo tranquilo/ nos cansamos de
aguantar/ no venga a buscar acá lo que no se le ha perdido. Por el caminito
verde que conduce a la esperanza/ viene América Latina dispuesta a dar la
batalla/ sello de la libertad por el que pasó Bolívar/ los pueblos van
avanzando llevando al yanqui en la mira.