Postregua unilateral. ¿Será posible el cese bilateral de hostilidades?
Por
Horacio Duque
La historia es esa manera de ir acumulando evento
tras evento que la formación social metaboliza según los términos de los
poderes dominantes y los antagonismos sociales realmente existentes. Una
coyuntura sucede a otra y los sujetos cumplen su papel en función de
necesidades concretas y de problemas puntuales.
En pocos días, antes y después del 20 de
enero/2013, el tema recurrente de nuestra vida pública, del Estado y de la
sociedad civil, será la postregua unilateral. Me refiero al cese de
hostilidades de una de las partes del conflicto decretado desde el 20 de
noviembre del 2012.
La violencia que produce el conflicto social y armado y la paz que se
demanda como un derecho ciudadano tienen profunda incidencia en el discurrir
del tiempo nacional. Los 60 días de la tregua unilateral decretada han
significado un enorme alivio para todos. Es el escenario de una Colombia en
Paz. Así debería ser esta nación, sin guerras y desangre permanente. Los
combates y hechos de guerra bajaron de manera notoria. Casi un 90%. Es la
demostración fatal de la existencia de la guerra civil que el caballero del
Uberrimo se empeñó en desconocer durante largos años.
Esta tregua debería ser permanente. Pero ahora debe ser un cese al
fuego y de hostilidades bilateral y pactado entre la insurgencia campesina
revolucionaria y el gobierno del señor Santos. Esta previsto en el Acuerdo
general y muchas personas y entidades conocedoras de la solución a conflictos
armados, han solicitado su implementación.
El oficialismo rechaza torpemente esa opción. Sus argumentos son
débiles. Alega un hipotético rearme de las Farc y la pretensión de la misma de
continuar su lucha por la democracia y el socialismo, sin abandonar las armas.
Prefiere simular el diálogo y mantener sus planes militares para acribillar y
exterminar la multitud campesina. El viejo sueño de la oligarquía dominante de
perpetuar, por los siglos de los siglos, su régimen de explotación y exclusión
de millones de ciudadanos que sobreviven en la pobreza y la marginalidad.
En este caso, como en otros, Santos desconoce el texto del Acuerdo
especial de La Habana, el cual establece que las partes no se levantaran de la
Mesa de conversaciones hasta no alcanzar una solución del conflicto, que,
obviamente, no está referido exclusivamente al aspecto de las armas sino a sus
causas económicas, sociales. políticas e internacionales. Asunto que se
complica por la postura terca de los abogados del régimen de no negociar sobre
el modelo neoliberal tanto en su ámbito económico como político, pues lo que en
Colombia se ha impuesto es un democracia neoliberal que solo favorece los
grupos plutocráticos de la sociedad como lo hemos visto con la reforma
tributaria y el ridículo e insultante aumento del salario mínimo.
En el tema de la paz Santos está mostrando que no tiene rumbo claro.
Como ocurrió con las islas de San Andrés y el fallo de la Corte Internacional
de Justicia que le dio los derechos a Nicaragua Sandinista Es que la Unidad
Nacional del gobierno es un movimiento amorfo que ya ha dado pruebas suficientes
de su incapacidad administrativa, de su voracidad frente al presupuesto y de su
habilidad para formar mangualas onerosas como las que ha tejido con el clan
militar del estamento bélico para imponer la paz de los sepulcros.
Según la gerencia castrense la postregua traerá más sangre. Han
descartado la opción del acuerdo bilateral para cesar hostilidades y fortalecer
la legitimidad de la Mesa de La Habana.
Queda claro, frente a la inconsistencia de Santos, que la vía correcta
para defender la paz con justicia social y democracia es la movilización de las
masas. Necesitamos un potentísimo movimiento social por toda la geografía
nacional y en todos los escenarios sociales para exigir una paz que avance en
la solución de los más graves problemas de nuestra nación.
Marinilla,
30 de diciembre de 2012.