Allende La Paz, Cambio Total
“La guerra es la política por otros medios, por
medios armados”. Klausewitz
Quizá con la
mejor intención, o quizá no tanto, algunos columnistas de los diarios
oligárquicos pretenden confundir a los colombianos con la frase de un célebre
pastor de la Iglesia Católica: “Separar la política de la guerra”.
Es que
definitivamente no es posible separar una de otra, así como es imposible
separarla de otras esferas de la vida nacional: Paz y guerra, Economía y
guerra, Derechos Humanos y guerra, etc, etc. No podemos dejarnos confundir. La
política es el arte de gobernar a los pueblos, procurando para ellos “la mayor
suma de felicidad posible”, en su acepción más “desprendida”.
Mas el cuento
de la democracia, como sumum de la forma más avanzada de gobernar a los
pueblos, ha sido desvirtuada ya que los países llamados “democráticos” les
preocupa todo menos la “mayor felicidad posible” de sus conciudadanos. Los
marcos impuestos por la clase en el poder -burgueses, oligarcas- constriñen de
tal manera al ser humano ciudadano que le impiden darse la forma de gobierno
que tengan a bien y si se sale de esos marcos viene la represión por parte del
aparato creado para tal fin, las fuerzas militares y policiales.
La guerra
cuando se da entre naciones es por la repartición o manejo de los mercados, es
decir, las riquezas de uno u otro país. En el caso colombiano en el cual hay un
conflicto interno -guerra interna-, la oligarquía decreta la guerra al pueblo
como una forma de seguir manteniendo la explotación de los trabajadores y
seguir en el poder, a fin de aplicar las nuevas recetas ordenadas por su amo
imperial, para favorecer a éste y a laoligarquía nativa. Así, hay
personalidades que recurren a la guerra como forma de imponer sus políticas,
las cuales indefectiblemente tienen un sello de clase, razón por la cual la
política refleja de manera diafana la lucha de clases que se da en el
capitalismo.
La guerra
deviene entonces en la forma de hacer “política” dominante. Bien los dijo Klausewitz:
“La guerra es la continuación de la política por otros medios”. La fuerza de
las armas imponen las políticas de la clase en el poder y todos los actos de la
guerra se convierten en actos políticos. El pueblo, agredido, vilipendiado,
asesinado, tendrá que desarrollar sus formas de resistencia. Conocidos son los
casos de, por ejemplo, la resistencia antinazista en los países de Europa, es
decir, la guerra de guerrillas en el campo y en la ciudad.
En el caso
colombiano, con su geografía y su pueblo, al tiempo que los trabajadores
resistían en la ciudad, los campesinos en el campo organizaron las guerrillas
móviles como las FARC, las cuales crecen y se desarrollan hasta alcanzar la
estatura de hoy, un ejército popular, invencible.
La única forma
de hacer política “segura” en Colombia para el pueblo es la forma armada,
paradójicamente. Uno a uno, son asesinados los líderes populares en la ciudad,
y el pueblo es sometido al más inmisericorde Terrorismo de Estado (DSN),
produciendo más de 500.000 víctimas, mediante las modalidades criminales de las
desapariciones, las masacres, las ejecuciones extrajudiciales, los
desplazamientos, política de exterminio que sigue hasta nuestros días y no han
parado ni siquiera con la iniciación de la Mesa de Conversaciones de La
Habana.
Diez años desde
el Caguán cuando se desarrolló el Plan Colombia de Bill Clinton y Andrés
Pastrana en los cuales la oligarquía y el imperio siguieron desarrollando su
política de guerra, para imponer el neoliberalismo, con el malgasto de la más
bárbara cantidad de millones de dólares -no se sabe en realidad cuánto han
invertido-, el cual calculado por una Universidad colombiana publica la cifra
de 216 billones de pesos malinvertidos en el Plan Colombia (2002-2012) y
calcula el costo para los siguientes 10 años en 215 billones de pesos, lo cual
evidencia que la guerra es el más atroz desperdicio de recursos, y el único
ganancioso ha sido el imperio.
Las cifras
hablan por sí solas: el presupuesto de Defensa y Seguridad Nacional es cercano
a los 22 billones de pesos, es decir, el 13 por ciento del Presupuesto General
de la Nación de 2013. Según el Nuevo Siglo (conservador) “De acuerdo con la
información suministrada por el Ministerio de Defensa, el presupuesto de 2012
aplicado dentro de la Política Integral de Seguridad y Defensa para la
Prosperidad, solo teniendo en cuenta el sector central de defensa, superó los
17,6 billones de pesos (exactamente 17.699.812.000.000 pesos).
11 billones
corresponden a las Fuerzas Militares (Ejército Nacional 5,9 billones, Armada
Nacional 1,4 billones, Fuerza Aérea 1,4) y 6,6 billones a la Policía Nacional.
Del monto total
del Presupuesto General de la Nación (PGN) de 185,5 billones de pesos para 2013
y que actualmente se debate en el Congreso, uno de los mayores rubros al que se
destinan los recursos, es el de Defensa y Policía con 26,1 billones de pesos”.
El pueblo sigue
haciendo política a través de lo que permite el espacio legal, manifestaciones,
mítines, propaganda, aún a riesgo de la propia muerte, y a través de su
ejército popular, las FARC-EP. Esperamos esperanzados que la oligarquía
entienda que el despilfarro de otros 215 billones de pesos es insostenible para
la propia burguesía y no será tolerado pasivamente por el pueblo, el cual explotará
como ya hemos visto en las explosiones en Egipto, Grecia, etc, etc.
La política y
la guerra son cara y sello de una misma moneda. Luchemos porque siempre podamos
ver la cara de la moneda para bien de nuestro pueblo.
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Otras frases de
Klausewitz:
Cuanto más intensos y poderosos sean los motivos y las tensiones que justifiquen la guerra, más estrecha relación guardará ésta con su concepción abstracta.
- Más frases de Poder
La guerra entablada por una comunidad, la guerra entre naciones enteras, y particularmente entre naciones civilizadas, surge siempre de una circunstancia política, y no tiene su manifestación más que por un motivo político.
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Pero la guerra no constituye un pasatiempo, ni una simple pasión por la osadía y el triunfo, ni el fruto de un entusiasmo sin límites; es un medio serio para alcanzar un fin serio. Todo el encanto del azar que exhibe, todos los estremecimientos de pasión, valor, imaginación y entusiasmo que acumula, son tan sólo propiedades particulares de ese medio.
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Para que al oponente se so meta a nuestra voluntad, debemos colocarlo en una tesitura más desventajosa que la que supone el sacrificio que le exigimos. Las desventajas de tal posición no tendrán que ser naturalmente transitorias, o al menos no tendrán que parecerlo, pues de lo contrario el oponente tendería a esperar momentos más favorables y se mostraría remiso a rendirse.
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Un mismo objetivo político puede originar reacciones diferentes, en diferentes naciones e incluso en una misma nación, en diferentes épocas.
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La guerra no es más que un duelo en una escala más amplia.
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En la filosofía de la guerra no se puede introducir en absoluto un principio modificador sin acabar cayendo en el absurdo.
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La guerra es la continuación de la política por otros medios.
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Cuanto más importante y de mayor entidad sean los motivos de la guerra, cuanto más afectan a los intereses vitales de los pueblos, con mayor empeño se tratará de derribar al adversario, entonces tienden a confundirse objetivo guerrero y fin político y la guerra aparece menos política y más puramente guerrera.
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Es cierto que la cuestión política no penetra profundamente en los detalles de la guerra; no se colocan los centinelas, no se conducen las patrullas según las consideraciones políticas. Pero la influencia del elemento político es tanto mayor, cuando se hace el plan de toda la guerra, de la campaña y a menudo también de una batalla.
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La defensiva no es más que una forma ventajosa de guerra, por medio de la cual se desea procurar la victoria para poder, con ayuda de la preponderancia adquirida, pasar al ataque, es decir a un objeto positivo.
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Un rápido y vigoroso cambio hacia la ofensiva - el relámpago de la espada vengadora - es lo que constituye los más brillantes episodios de la defensa.
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Pero para que el que se defiende haga también la guerra, debe asestar golpes, es decir dedicarse a la ofensiva. Así la guerra defensiva comprende actos ofensivos que forman parte de una defensiva de un orden más o menos elevado.
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Una guerra en la cual las victorias solamente sirven para parar los golpes y donde no hay ninguna intención de devolverlos, sería tan absurda como una batalla en la cual la defensa más absoluta (la pasividad) prevaleciese en todas las partes y de todas maneras.
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¿Cuál es la idea fundamental de la defensa? Es la de parar un golpe. ¿Por qué señal se distingue? Se distingue porque en ella se espera el golpe que se debe parar.
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Publicado por cambio total en CambioTotalRevista el 12/28/2012