viernes, 14 de diciembre de 2012

El general A. Valencia Tovar: Nos retornan el fuero militar

Para el debate en ANNCOL una reflexión de los generales con sus raices de la guerra contra su propio pueblo. ¡Que saque su propia conclusión. ANNCOL


Por: GRAL. ÁLVARO VALENCIA TOVAR
 EL Tiempo 13 de Diciembre del 2012
General A Valencia Tovar
Recuperado el fuero, sin duda el alto mando militar, con el ministro Juan Carlos Pinzón a la cabeza, recobrará el prestigio y el buen nombre
Ha sido una lucha prolongada y tenaz. Reconocido el fuero militar por las constituciones colombianas desde los albores de la República, literalmente en la de 1886, que tuvo ciento tres años de vigencia, se repitió textualmente en la de 1991 con claridad meridiana: “De los delitos cometidos por miembros de la Fuerza Pública en servicio activo y en relación con el mismo servicio conocerán las cortes marciales o tribunales militares, con arreglo a las prescripciones del Código Penal Militar”.
Más claro no canta un gallo, diría el refranero popular. Sin embargo, la guerra jurídica adelantada por las famosas ONG y colectivos de abogados en busca de millonarias tajadas por demandas contra la nación ante organismos internacionales hallaron la forma de incumplir el mandato constitucional, encabezados por el inefable doctor Vivanco, de Human Rights Watch, que, al enterarse de la reforma del fuero militar que hacía carrera en el Congreso nacional, se vino lanza en ristre alegando una presunta impunidad que traería consigo la proyectada reforma, en una descarada intervención en asuntos propios de la legislación colombiana.
Por fortuna, el Congreso, en altivo rechazo a las pretensiones de Vivanco, quien aducía que se violaba el Derecho Internacional, lo mandó a pasear y en arrolladora votación de 54 contra sólo cinco negativos retornó la vigencia constitucional del atropellado fuero castrense.
Con ocasión de este restablecimiento, conviene repetir lo expuesto reiteradamente en esta columna. No hay tal que un equivocado concepto del espíritu de cuerpo prevalezca sobre la recta aplicación de la justicia. Más poderoso que ese mal entendido espíritu de cuerpo es el sentido del honor militar y la ética profesional que obligan a cumplir el deber por encima de consideraciones sentimentales de amistad, compañerismo o espíritu solidario.
Uno de los argumentos que se esgrimieron contra la Justicia Penal Militar (JPM) fue el de ocasionales equivocaciones jurídicas que pudieron cometerse. Se olvidaba el proverbio latino errare humanum est, en lamentable generalización que golpeó a una justicia proba, recta e imparcial, que en su época de oro indujo al presidente Alberto Lleras Camargo, en el primer gobierno del Frente Nacional, a asignarle el conocimiento de los delitos conexos con el de rebelión: incendio, genocidio, asalto en despoblado y otros, en gracia de la celeridad, la eficiencia y la probidad de los Consejos de Guerra verbales como coadyuvante en el tratamiento de la violencia residual que dejó la reyerta bipartidista de 1947 a 1957.
Curiosamente, quienes más duramente esgrimieron los argumentos por error fueron quienes más fallaron en el ejercicio de la justicia ordinaria y en sus apreciaciones sobre el tema. En la JPM nunca se vencieron términos ni liberación de conocidos delincuentes por falta de pruebas. Mucho menos, fabricación de testigos o manipulación de los existentes según conveniencias de las “investigaciones”. En otras palabras, en medio del cataclismo de la justicia en Colombia, la castrense ha sido la menos afectada.
Sin duda, la JPM admite -y requiere- mejoramiento y actualización. Comenzando por el Tribunal Superior Militar, acabando la corruptela de coroneles abogados que intrigan el nombramiento como magistrados, pero al retirarse con su grado militar y sueldo de retiro invocan su calidad de magistrados para obtener, además, la pensión correspondiente.
Recuperado el fuero, no hay duda de que el alto mando militar, con el ministro Juan Carlos Pinzón a la cabeza, recobrará el prestigio y el buen nombre de nuestra institución de justicia.