Cuba y Puerto Rico fueron sometidos por la fuerza al Dominio Imperial
Salvador Tió
La Invasión de los Estados Unidos a Cuba en
1898, justificada so pretexto de defender los intereses norteamericanos en la
Isla y de apoyar a los cubanos en su lucha contra el colonialismo y el
despotismo español respondía, en realidad, a otros designios. Ya José Martí lo
había anticipado en carta escrita poco antes de morir. En ella preconizaba los
verdaderos motivos imperiales. Querían adueñarse de las Antillas Mayores como
bases para la proyección de sus designios Imperiales. Pretendían imponer el
dominio colonial sobre Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, afianzar su
control y protección del canal de Panamá y lograr el apoyo de los intereses de
la burguesía cañera de tendencia anexionista en las tres islas. Desde ellas
podrían ejercer su dominio sobre México, Centro y Suramérica. La Doctrina
Monroe finalmente se imponía sobre el Hemisferio.
Estrada Palma, como muchos de los pitiyanquis
que eran independentistas contra España en Puerto Rico, era en el fondo
anexionista. Desgraciadamente para Cuba y para Puerto Rico la innecesaria
muerte de Martí dejó libre el camino para que Estrada Palma de inclinación
anexionista, aceptara los oprobiosos términos de la Enmienda Platt. Así Cuba
consentía a ser invada por los EUA. ¿A quien o quienes le temían? Obviamente no
era al grupo de hacendados anexionistas. Le temían a la demostrada capacidad de
sublevación de un ejército multi-racial como el que Maceo y Máximo Gómez habían
dirigido por tres décadas no solo contra España; sino también contra los
hacendados más incondicionales en la parte occidental de Cuba.
Lo cierto es que, una vez muerto José Martí ya
no existió la capacidad de Cuba de enfrentarse a los designios imperialistas de
los Estados Unidos sobre Cuba y Puerto Rico. Las tropas de los Estados Unidos
utilizaron el mazo la zanahoria y el engaño en sus negociaciones con Cuba. La
oferta que le hicieron a Cuba fue que escogieran entre el dominio colonial
completo con la presencia continua de los ejércitos de los Estados Unidos o una
independencia fallida sometida al poder de los Estados Unidos. El Imperio
naciente de ese país logró forzar la mano de la delegación cubana a aceptar el
artículo III de la Enmienda Platt mediante el cual Washington se arrogaba y
Cuba consentía a legitimar el derecho de los EUA a invadir militarmente a Cuba
con el propósito de “proteger “ a Cuba de cualquier intervención foránea y de
cualquier insurgencia interna que atentara contra el poder que el Sugar Trust
ejercería sobre Cuba hasta 1959.
Largos meses duró la negociación que giraba en
torno a varios de los artículos de la Enmienda Platt. La delegación cubana
inicialmente intentó suavizar las disposiciones de la Enmienda pero pudo más la
amenaza de los Estados Unidos de no retirarse de tierras cubanas y anexarse a
la Isla. Esta amenaza, combinada con la oferta de beneficios de la cuota
azucarera, a su vez condicionada a la aceptación de Cuba a ser intervenida
militarmente y a dar su consentimiento a la presencia de bases usamericanas en
su territorio acabó prevaleciendo. La alternativa ofrecida era imposible de
rechazar.
Ya para Junio 12 de 1901 la Convención Cubana,
por votación de 16 a
11 se vio forzada a la Enmienda Platt tal y como esta había sido aprobada en el
Congreso. El delegado José N. Ferrer que inicialmente si oponía a aceptar la
Enmienda se dio cuenta de que el Congreso no daría marcha atrás en su
determinación de asumir el dominio colonial directo de Cuba. En su voto
explicando las razones de su cambio de posición toma nota de las recientes
decisiones del Tribunal Supremo de los EUA en los casos insulares. En ellos se
legitimaba el ejercicio del poder colonial del Congreso bajo la cláusula
territorial sobre Puerto Rico. Los hacendados cubanos, sobre todos los de
occidente, vieron la señal. Era mejor aceptar un estatuto semi-colonial que les
permitiera un mínimo de gobierno propio que acceder a que el Presidente de los
EUA y el Congreso, en virtud de la cláusula territorial, impusieran su dominio
absoluto sobre la joven República fallida como habían hecho con Puerto Rico.
Tanto Cuba como Puerto Rico fueron
considerados botín de guerra. Ninguna de los dos colonias españolas,
independientemente de los acuerdos adoptados en 1897 con Puerto Rico, tuvo la
oportunidad de participar en las negociaciones del Tratado de París. A pesar de
las amenazas que pesaban sobre Cuba de no aceptar los términos del Congreso 16
miembros de la Comisión votaron a favor de incorporar la Enmienda Platt a la
Constitución de Cuba.
Cuatro de los que se oponían se ausentaron y
11 miembros de la Convención Constituyente, paraa honra suya y del pueblo
cubano, votaron en contra. Nueve de los once patriotas eran de la provincia de
Oriente. Sus nombres forman para siempre parte del Cuadro de Honor de Cuba. La
corriente más acomodaticia, de tendencia anexionista había prevalecido. El
Imperio había dominado a Puerto Rico con muy poco relativo esfuerzo, había
finalmente doblegado a la insurgencia filipina al capturar a Aguinaldo el 6 de
marzo de 1901 en su guarida secreta quebrando así la heroica resistencia del
pueblo filipino y finalmente había logrado someter a Cuba a 58 años de
colonialismo bajo la Enmienda Platt.
Por eso pienso que, aunque ciertamente
prevalecieron los hacendados más inclinados a aceptar las condiciones impuestas
por los EUA y consentir así a ceder su soberanía a los requerimientos del
naciente Imperio, no es justo afirmar que Cuba había abandonado a Puerto Rico a
su suerte. Cuba no estaba en posición de apoyar a Puerto Rico cuando ni
siquiera estuvo en posición de defenderse a si misma del deshonroso papel de
consentir a las imposiciones del Congreso. Nuestra principal querella no debe
ir dirigida contra el pueblo cubano. Nuestro conflicto era y sigue siendo con
el Imperio de los EUA.
No
sería hasta 1959 que el heroico pueblo cubano lograría afirmar su verdadera
vocación independentista al derrocar el Gobierno de Fulgencio Batista y
finalmente defender su soberanía en playa Girón. Puerto Rico acabaría
consintiendo al colonialismo el 25 de julio de 1952 y no sería hasta el 6 de
noviembre de 2012 que finalmente retiraría su consentimiento al colonialismo en
el Plebiscito de este año.