El Poder Fáctico de
Colombia, que también son los dueños de los medios corporativos,
no ha descansado un solo minuto para desestabilizar el trabajo del alcalde popular. |
Por Horacio Duque
Lamento tener que decirlo. Hay guerra mediática de “baja
intensidad” contra el Alcalde progresista de Bogota.
Los dueños de
las potentes maquinas de comunicación de masas (los grandes cacaos del mundo
financiero, económico, político, inmobiliario, contractual, multinacional
y mafioso) han puesto en movimiento una estrategia para aplastar la actual
administración de Bogotá. No gusta su política en favor de los más débiles de
la ciudad.
Caracol, El
Tiempo, El Espectador, RCN, BlumRadio, La W, Semana y otra infinidad de medios
en la Red, han hecho sentir su artillería pesada, mediante la
manipulación, la distorsión y el mensaje amañado, falto de ética y objetividad,
para desacreditar y estigmatizar la administración de la Capital y sus planes
de gobierno.
Se ha intensificado a propósito de la implementación del nuevo modelo
de aseo que busca resolver graves problemas ambientales (reciclaje, relleno
sanitario y lixiviados), sociales (derechos de los recicladores) y políticos
(la defensa del interés público frente a la infiltración de las mafias
parapolíticas).
Sin embargo, la
campaña viene desde antes de la posesión de Petro y no cede, no da tregua. Por
el contrario, se ha ido escalando a propósito de cualquier circunstancia. Es
guerra de “baja intensidad”, análoga a la que utilizan los gringos desde 1985,
que consiste en mezclar métodos convencionales con otros que son de guerra
sucia, con violación de los derechos humanos fundamentales, en este caso el
derecho ciudadano a una información objetiva y critica.
De eso no sabe
el periodismo mercenario predominante aquí.
Va mal
encaminado el plan del Presidente Santos de mostrar que en Colombia si hay una
democracia a plenitud porque acoge con generosidad a quienes han dejado las
armas revolucionarias y asumen los procedimientos liberales en la lucha por el
poder. Supuestamente el Alcalde Gustavo Petro es el ejemplo perfecto del
disidente que abandona la lucha armada (del M19) como camino para acceder al
poder y se encarrila en los procedimientos constitucionales establecidos para
competir por los cargos de elección popular, porque goza de todas
las garantías del sistema. Mamola.
Santos y el
discurso oficial no se cansan de ponderar ante el Mundo (ver abundantes
entrevistas a El País de España) las virtudes democráticas del sistema
gubernamental colombiano para inferir que la lucha armada de los guerrilleros
no tiene fundamento como método de lucha política. Es algo obsoleto. Ese es el
contenido del discurso reiterado de Humberto de la Calle en La Habana, para
demostrarle al mundo y a las Farc que en Colombia hay plenas garantías y una
democracia viva y en pleno funcionamiento. Pura paja greco caldense.
Pero la
realidad es todo lo contrario. Lo estamos viendo a propósito del gobierno
progresista de Bogotá y sus planes de reformas sociales y administrativas. Los
hechos, como dijera Gil Blas de Santillana, hablan, son tozudos.
Duran Arizmendi, Elida Fontalvo, Olga Ospina, Aliana Córdoba etc.,
etc, han enfilado su mortal dotación bélica postmoderna: el micrófono, la
imagen y la multimedia, para aplastar el gobierno soberano y popular de Gustavo
Petro. Y parece que lo están logrando.
¿Cuál “guerra”? Es el Gran Capital oligarca que ha declarado la guerra
contra el alcalde elegido por el pueblo de la capital y en esa guerra
reciben todo el respaldo de los medios corporativos.
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La advertencia
es clara. Se queda quieto y deja las cosas como están o prepárese que vamos con
todo para fulminarlo.
Quedan
notificados en La Habana para que vayan sabiendo como es que funciona esta
maravillosa “democracia” del señor Santos, a la que los están invitando a
participar con discursos llenos de salamerias.
No está lejana la experiencia de la Unión Patriótica y sus más de 5000
mil militantes acribillados por los cuerpos de seguridad del Estado y los
grupos paramilitares organizados desde las brigadas militares y los comandos de
la policía.
Eso dizque no
se debe repetir, ha dicho Carrillo. Están dispuestos a dar garantías a quien
quiera hacer política por medios pacíficos. Pero lo de Bogotá y su Alcalde esta
indicando todo lo contrario. Lo están masacrando de manera miserable. Que lo
sepa el mundo.