domingo, 2 de diciembre de 2012

El desplome de Santos y la paz de La Habana

El jefe del Estado y su Mindefensa, Juan Carlos Pinzón.



Por Horacio Duque
CALI, 2 de DICIEMBRE de 2012. / En términos de credibilidad y legitimidad, el fallo de la Corte Internacional de Justicia acerca del contencioso de Colombia con Nicaragua por las áreas marinas que rodean el archipielago de San Andres y Providencia ha sido un golpe político demoledor para J.M.Santos. Así lo señalan las encuestas realizadas para la revista Semana.
Casi 70 de cada 100 colombianos no le creen al Jefe de la Casa de Nariño. 65 de cada 100 no votarían su reelección para un nuevo periodo de 4 años. Esta fractura del Presidente no es la primera. En sus casi 30 meses de gestión, de 48, en varios momentos se ha registrado el declive. La última vez, hace 5 meses, el anunció de las conversaciones de paz con las Farc y la promesa de construir 100 mil viviendas gratis derivó en una leve mejoría de los niveles de aceptación popular.
Al revisar los detalles del sondeo se encuentra que hay otros factores incidiendo en la severa caída de Santos. La mayoría de los ciudadanos están descontentos con los magros resultados de la Ley de restitución de tierras, con el curso de la economía, con el desempleo, con la crisis de la salud, con la situación de millones de colombianos víctimas de la violencia, con los daños ambientales de la Locomotora Minera, con la impunidad en los “falsos positivos”, con el fraude de la reelección del Procurador y con la violencia neoparamilitar autora de una seguidilla de masacres y homicidios en Medellin, Armenia, Cali y el Centro del Valle del Caúca. El veredicto ciudadano es demoledor y desmiente la propaganda oficial de la “prosperidad democrática”.
Pero la tendencia a la baja política incluye otros nombres e instituciones. El patriotero neofascista del Uberrimo queda muy mal parado. Igual ocurre con Andrés Pastrana, de ingrata recordación por ser el autor del infame Plan Patriota que desangró aún más a Colombia en los últimos 10 años. Las Fuerzas Armadas de 500 mil unidades amplían su imagen negativa y los medios masivos de comunicación dominantes pierden crédito por su descarada manipulación de conciencias.
El proceso de paz de La Habana, después de alcanzar un nivel de aceptación superior al 72% se ve contaminado por los indices adversos del gobierno. Cae un preocupante porcentaje. Afirmaciones como aquella de que el “modelo económico, político, militar y la inversión extranjera no se discuten”, lanzada por De La Calle, afectaron el optimismo popular con las conversaciones de La Habana. Las frecuentes descalificaciones y ataques del Ministro Pinzón, dice él que en acuerdo con Santos, y de los altos jerarcas militares han diezmado el ambiente favorable para los diálogos que permitan superar el conflicto social y armado. La hostilidad de los funcionarios del Ministerio de Defensa contra el proceso de paz ha hecho un tremendo daño.
El camino apropiado para fortalecer la Mesa de Conversaciones de La Habana es aquel que consiste en ampliar los espacios de participación popular para que toda la sociedad aporte con sus iniciativas en la construcción de los proyectos y estrategias propias de los 6 temas de la Agenda trazada en el Acuerdo General.
Para los días 17, 18 y 19 de diciembre se ha previsto un Foro Nacional sobre el desarrollo rural en Bogotá, organizado por la Universidad Nacional y las Naciones Unidas. Los potenciales democráticos de un evento como este son evidentes. Sin querer decir que sea la formula mágica, su aporte es a todas luces plausible, no obstante que el Jefe de Fedegan, Jose Felix Lafaurie, el representante de latifundistas, terratenientes y paramilitares en reposo, se haya ido lanza en ristre contra el mismo para ridiculizarlo. Para este caballero de la hacienda rural es preferible el cenáculo oscuro de los gremios al aporte plural de la multitud del campo colombiano. 
El jefe paramilitar involucra al presidente de los ganaderos colombianos con el paramilitarismo.
No quiero decir que sus planteamientos deban ser obstruidos con descalificaciones personales, pero el tono insolente de su retórica no es precisamente el del demócrata liberal que dice ser, por muchos lados se escurre la naturaleza autoritaria de su mundo interior, que me parece es lo que indujo la indagación penal por sus vínculos con el paramilitarismo de Montería, en cabeza de Mancuso.
El diálogo de Santos con el Presidente Daniel Ortega de Nicaragua en México está indicando que el matoneo y la prepotencia no son las conductas adecuadas para resolver los problemas políticos y diplomáticos. Esa debería ser la fórmula para las previsibles dificultades en las conversaciones con la insurgencia revolucionaria para concretar la paz.
En todo caso, ante eventuales convulsiones y pataleos oficialistas, las Farc han solicitado al CICR el registro, en calidad de documento especial, del Acuerdo General para la superación de la violencia y la construcción de una paz estable y duradera, suscrito en La Habana, lo que implica elevarlo a la condición de un instrumento complementario del Derecho Internacional Humanitario cuyas normas regulan los conflictos civiles internos. No son meras formalidades al estilo del santanderismo liberal de la élite dominante. Mas bien esa medida debe interpretarse dentro de los códigos de lo que hoy se conoce como el pensamiento estratégico. El bloque de constitucionalidad con los pactos internacionales incorporados al texto superior debería reforzar la previsión hecha. Amanecerá y veremos. Es la precaución que tanta falta hizo en La Haya y concluyó con la amputación de 100 mil kilómetros de Mar Caribe. Fracaso por el que desde hace rato deberían haber caído cabezas. Pero, que le hacemos, así es todo aquí. Todos estos burócratas siempre caen parados.