Por Horacio Duque
Colombia es un país de regiones.
Su complicada geografía de cordilleras, valles y llanos han dado forma a grupos
humanos específicos. Costeños, paisas, santandereanos, chocoanos, boyacenses, rolos,
pastusos, llaneros, caqueteños, caucanos, hacen parte de un abigarrado complejo
humano plural y diverso de casi 50 millones de seres humanos.
Sin embargo, la organización política de la nación desconoce esa
realidad y funciona como un dispositivo centralizado y autoritario que omite
los derechos regionales de autonomía y participación democrática.
La centralización del poder en Bogotá produce consecuencias muy
negativas en la distribución del presupuesto público, en el reparto de la
riqueza económica y en la localización de los servicios de salud, educación y
las dotaciones urbanas para el deporte, la ciencia y la cultura. Hay una
periferia excluida en la que habitan millones de ciudadanos afectados en sus
condiciones de vida que son precarias e inaceptables.
La Región Caribe es una de las áreas golpeadas por la marginación y el
olvido. En su territorio habitan cerca de 12 millones de seres humanos,
ubicados en los departamentos de Córdoba Sucre, Bolivar, Atlántico,
Magdalena, Cesar, San Andrés y la Guajira. Millones de campesinos sufren la
violencia de una de las haciendas ganaderas más violentas,
pues ejércitos privados de paramilitares asesinan y acribillan a los
trabajadores que reclaman derechos y justicia. El Caribe vive en épocas feudales
y de servidumbre. La modernidad le es ajena y el imperio de los gamonales es
implacable.
Barranquilla es su epicentro urbano, hasta donde llegan los
desplazados por la violencia y el despojo, especialmente de Córdoba, una
jurisdicción de las bandas paramilitares que operan en llave con la clase
politica tradicional de origen latifundista y ganadero.
Recientemente se ha planteado la idea de organizar la Región Caribe
como un Estado autónomo regional. Una consulta liderada por el doctor Eduardo
Verano de la Rosa, quien fue constituyente del 91, Ministro del Medio Ambiente
y gobernador del Atlántico, reunió recientemente más de 2 millones de votos
favorables, lo que indica el nivel de legitimidad de la iniciativa. Los
costeños quieren soberanía y descentralización del Estado. Se
cansaron del centralismo bogotano de la oligarquía santafereña.
La democratización del Estado es una bandera popular y de paz. Avanzar
en la organización de una institucionalidad regional caribeña es una idea
progresista que debe redundar en la solución de los problemas de pobreza de
millones de personas y en el reconocimiento de sus derechos políticos para
participar democraticamente en todos los campos de la vida pública.
Los habitantes de la costa caribe colombiana tienen derecho a reclamar
una mayor descentralización en todos los campos. Su autonomía está bien
planteada y debe abrirse a relaciones globales que atiendan las nuevas
tendencias en la cuenca del Caribe, donde otros Estados han conformado alianzas
progresistas teniendo como pivote la política revolucionaria de la Republica
Bolivariana de Venezuela, gestora del Alba y de otras
coaliciones supranacionales anti imperialistas.
Marinilla, 31 de diciembre del
2013.