San Andrés
Por Carlos A. Lozano Guillén,
tomado de VOZ
Tuvo que
ocurrir la fatal decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre San
Andrés y Providencia y los cayos adyacentes de soberanía colombiana, ahora
rodeados de mar territorial nicaragüense, para que la oligarquía colombiana se
acordara que estas islas y cayos, lejanas del continente y de la costa
colombiana, existen. Los gobiernos de Andrés Pastrana Arango y de Álvaro Uribe
Vélez, se habían comprometido a acatar la decisión de la CIJ, que no tiene
reversa y es considerada “cosa juzgada” sin posibilidad de ningún recurso de
apelación. Debe ser aceptada por ambas partes tal y como lo prescribe el
ordenamiento internacional. Dicho de manera coloquial: No hay derecho al
pataleo.
En 1981, cuando me desempeñaba como
responsable de la información juvenil de VOZ Proletaria, Manuel Cepeda Vargas,
director y Edgar Caicedo, Jefe de Redacción, me enviaron a San Andrés a
constatar en el terreno los supuestos sobrevuelos provocadores de la aviación
sandinista en el espacio aéreo de la isla en disputa. Escribí tres o cuatro
crónicas en las que habitantes raizales y pobladores negaron la existencia de
los sobrevuelos inventados por la “gran prensa”, pero a la vez alertaba de la
difícil situación social que podía suscitar inconformidad social,
movilizaciones populares y hasta asomos de campañas separatistas.
Jamás la oligarquía atendió las
necesidades primarias de San Andrés y Providencia. Se limitó, con la concepción
militarista del régimen, a enviar tropas y construir bases militares “para
defender la soberanía nacional”. No llegó inversión social pero sí la
militarización y armas a granel. Hasta hace pocos años, un médico colaborador
de VOZ denunció la grave crisis hospitalaria y de salubridad, nunca atendida
por las autoridades del continente. Los partidos tradicionales se acordaron de
la isla para plantar el clientelismo y la corrupción. Liberales y conservadores
se aprovecharon del presupuesto y de la burocracia sin escrúpulos.
No deja de ser hipócrita, entonces, el discurso patriotero
y la negativa de aceptar el fallo de la CIJ, montando una campaña
antinicaragüense y de insultos al presidente sandinista Daniel Ortega. Bien lo
han dicho expertos en derecho internacional, el fallo debe acatarse. Ni siquiera
el retiro colombiano del Pacto de Bogotá le da patente de corso para evitarlo.
Eso lo sabe el pueblo de San Andrés que rechifló al oportunista de Álvaro Uribe
Vélez que hizo presencia en la manifestación en que se reclamó solución a los
efectos negativos del fallo. El camino es el diálogo y la cooperación pacífica
de Colombia y Nicaragua para resolver las diferencias. No existe otro camino. ?