jueves, 20 de diciembre de 2012

La lejana victoria estratégica. Por Alberto Pinzón Sánchez


El Ministro de Defensa colombiano Juan Carlos Pinzón recibe León Panetta,
ex director de la CIA en abril 2012.


Por Alberto Pinzón Sánchez
Deben ser muy pocos, quienes no estén de acuerdo con el artículo periodístico de opinión del investigador colombiano Carlos Medina Gallego, titulado “Las FARC-EP: Reingeniería militar y política. Balance 2012”, publicado en portal Rebelión (20.12.2012).
Es un buen análisis de la situación actual en que se encuentra el conflicto armado colombiano, argumentado con información militar y estadísticas de la guerra de baja intensidad (GBI) que se libra en Colombia y que no todo el mundo posee, pero están a disposición del grupo de investigación en seguridad y defensa de la universidad nacional de Colombia. Sin embargo, a pesar de su objetividad y buena intención, es un análisis insuficiente o parcial, porque ha sido desarrollado siguiendo la tradicional lógica dominante en Colombia para este tipo de análisis, que toma únicamente la antinomia de los aspectos internos (colombianos) de esta guerra, obviando, o pasando por alto o mejor olvidando, los aspectos externos (geoestratégicos y trasnacionales) de la misma, convertidos finalmente en el factor determinante o decisivo del desarrollo de ella.
Y sin pretender abarcarlos todos (lo cual es imposible) si me quiero referir tan solo a dos de estos aspectos determinantes, que el secretario de defensa de los EEUU León Panetta, ex director de la omnipresente y omnipotente Agencia Central de Inteligencia (CIA) y quien se supone tiene en sus manos, su cabeza y en sus computadores , toda, o casi toda, la información del mundo, recientemente ha puesto de manifiesto ante el mundo: 1- El fracaso de la “War Drugs” estadounidense y su redefinición especialmente en México, Colombia y en el resto del continente americano, tal como lo reconoció en su reciente gira de abril de 2012. (Ver foto El Espectador. 27.04.2012 con el ministro de defensa colombiano)
Y 2- La terribles verdades para el “orgullo americano”, pronunciadas en el club nacional de prensa de los EEUU, donde Mr Panetta dijo entre otras cosas que: “Tras más de diez años de guerra continua, de despliegue tras despliegue de tropas, Estados Unidos ha llegado a un momento crítico…Estados Unidos se encuentra en un punto estratégico crucial con amenazas dispersas por el mundo y el reto de mantener su propia fortaleza económica…La era del cheque en blanco para la defensa ha terminado y el país tendrá que reducir sus fuerzas y prepararse para amenazas que no disminuyen…La fortaleza de EE.UU comprende el fortalecimiento de su base industrial…Lo último que necesitamos es que, encarados con una crisis y cuando precisemos suministros, tengamos que contar con las industrias de otros países”. (Agencia EFE. 18.12.2012).
Con esto, considerado como un contexto más general , y correlacionándolo con la situación militar interna para Colombia descrita en su artículo por el investigador Medina Gallego; a lo que se puede agregar la “precepción del desgaste” reflejada en la tendencia hacia un pesimismo generalizado sobre el gobierno del país, los fallos jurídicos de Cortes Internacionales sobre fronteras y sobre el Terrorismo de Estado, que se ha detectado en las últimas encuestas oficiales de opinión; puede(y debe llegar a ser pertinente) considerar que la decisión del presidente J. M. Santos de sentarse a la mesa con las Farc-EP, es algo más complejo y contradictorio a la retórica militarista de negociar en medio de la guerra un empate positivo, o de haber logrado para el Estado una gran victoria político-militar con el fin de continuar la guerra, al haber elevado (el presidente JM Santos, su ministro de guerra Pinzón, junto con los politiqueros de la unidad nacional gobernante) a rango constitucional el Fuero Militar para la Impunidad (FMI).
Sinceramente ¿habrá alguien quien crea que ese Fuero Militar aprobado, va a ayudar a las heroicas Fuerzas Armadas de Colombia a lavar la ignominia de los falsos positivos y el Terrorismo de Estado y a ganar una guerra como la que se libra en Colombia? ¿Y si se cree, o se afirma que, la victoria estratégica es lejana, con qué finalidad político-militar se aprobó? Uno puede entonces concluir que no hay preguntas necias; las necias (casi siempre) son las respuestas.