Por: Tony López R (*)
El pasado 4 de
diciembre en su cuenta de Twitter el presidente Juan Manuel Santos escribió:
“Anoche me reuní con el equipo negociador. Balance de la primera reunión:
positivo.”Luego de once días de conversaciones los resultados fueron
satisfactorios y se concretó un importante acuerdo al aprobar un seminario que
estudiará el tema de la tierra en un foro público en Bogotá del 17 al 19 de
diciembre y decidieron abrir el 7 de diciembre una página web donde publicaran los
acuerdos y resultados de las conversaciones".
A partir del
pasado 5 de diciembre los negociadores han continuado evaluando y profundizando
el punto de la reforma agraria integral. El debate público en Bogotá dará las
posibilidades de que la sociedad civil y en especial las organizaciones
campesinas y agrarias puedan acercar sus propuestas y opiniones lo cual
enriquecerá el debate y dará un respaldo democrático a este punto de la agenda.
Visto en estos
términos todo pareciera indicar que los diálogos van tomando el deseado camino
de la pacificación del país. Sin embargo mucho es el trecho a caminar y ya
están surgiendo los primeros palos en la rueda, cuando a bombo y platillo los
medios masivos colombianos comienzan a divulgar una encuesta de Ipsos, que
señala que la desaprobación al proceso subió 20 puntos y el pesimismo aumentó
10 puntos. Mientras Datexco, señala que el 64% cree que los diálogos fracasarán
y el 74% cree que las FARC están engañando.
La experiencia del proceso en San Vicente del Caguan, hace 12 años atrás demostró que muchas de las informaciones divulgadas por esos mismos medios eran falsas y operaron con intencionalidad para hacer fracasar los diálogos.
Se aprecia que
la correlación de fuerza en la sociedad colombiana esta dividida en tres
grandes vertientes. Una minoría que agrupa a la ultraderecha y sectores de la
derecha incluyendo un segmento importante de los militares, estiman posible
aniquilar militarmente a la guerrilla. Los sectores mayoritarios de la sociedad
que agrupa a los sectores democráticos, progresistas, de izquierda y de la
población son partidarios de la salida es política. Mientras un segmento poblacional
tiene una actitud pendular, en algún momento se inclina por la salida pacifica
y en otros por la militar de acuerdo a la coyuntura.
Al evaluar el
momento político podemos decir que la guerrilla ha mostrado un importante interés
en resolver el conflicto político, social y armado dialogando. Debo recordar
que ha sido la insurgencia la que históricamente ha propuesto el diálogo y la
negociación política, mientras que los sectores oligárquicos terrateniente,
ganadero, alguno empresariales, politiqueros y castrenses que se benefician con
la guerra se han opuesto y utilizando su poder e influencia han provocado los
ya conocidos fracasos.
Lo que sí ha
demostrado estos casi 50 años de conflicto que la derrota militar de la guerrilla
no ha sido posible. Estos últimos 12 años de fuerte confrontación militar
contra las organizaciones insurgentes han fracasado. Durante los 8 años de
gobierno de Álvaro Uribe Vélez, este se empleó a fondo en la guerra con el
pleno apoyo político, económico, material y militar de Estados Unidos,
Inglaterra e Israel, incluyendo el famoso Plan Patriota, dentro de las
operaciones contrainsurgentes dirigidos por el Comando Sur en el marco del Plan
Colombia, fracasó estrepitosamente.
La opinión
publica latinoamericana debe conocer que información oficial admite que en
estos 12 años, las Fuerzas Militares han perdido en total 20 mil soldados y
oficiales en combate, de ellos 5 mil muertos y 15 mil inválidos producto de
esta cruenta guerra. Y un gasto militar de casi el 7 % del PIB.
También la
guerrilla ha tenido perdidas sensibles, con la muerte de importantes miembros
de su Secretariado, incluido el fallecimiento de su Comandante en Jefe Manuel
Marulanda Vélez, de muerte natural. Pero no así sucedió con Alfonso Cano, quien
según participantes del combate, fue asesinado, cuando pudo ser capturado vivo.
Por el momento
las conversaciones se mantienen a un ritmo adecuado y se trabaja con mucha
seriedad en torno a profundizar en el primer punto de la agenda, mientras las
FARC-EP reclaman la devolución de los restos de los guerrilleros que fueron
asesinados por el ataque realizado por las Fuerzas Militares al campamento del
comandante Raúl Reyes en territorio ecuatoriano.
Mientras que la
campaña mediática señala a la guerrilla de “aspirar a que la mesa de diálogo
se ventile todos los problemas y se considera soberana para incluir lo que
estimen sin que sus decisiones puedan ser modificadas”, es una forma sutil
y grosera de manipular la opinión publica y proyectarlos como un actor autoritario
e inflexible y antesala de comenzar a desacreditar el proceso para ir sentando
las base para afirmar que el proceso no tiene apoyo popular y que el gobierno
puede tener un alto costo político y poner en peligro la reelección
presidencial.
Esa ha sido la
forma que desde hace muchos años la oligarquía colombiana hace política en este
país. Si no logra los resultados descalificando a sus oponentes y mintiendo con
sus campañas mediáticas, entonces comenzaran nuevamente sus macabras rondas de
terror y muertes y culparan a la insurgencia de ser las autoras. No es la
primera vez que utilizan ese método.
Es evidente
que la preocupación de los enemigos de la paz, está relacionada a que los
diálogos con la guerrilla de las FARC-EP pueda conducir, por la presión
popular, a una discusión de fondo sobre los necesarios cambios estructurales
que el país requiere para solucionar la injusticia social, cambiar el modelo
económico neoliberal y obtener una verdadera independencia de su política interna
y externa.
En esa
dirección es importante considerar que seria muy beneficioso que se pueda llegar
a un cese bilateral de fuego ofensivo. Las FARC dio un paso de buena voluntad
al decretarla unilateralmente hasta el 20 de enero. Un proceso de negociación
en medio de una guerra siempre corre el peligro de que cualquier acción
militar, pueda provocar la ruptura.
Dentro de la
agenda hay temas sumamente complejos: Reforma agraria Integral; garantías
políticas para la insurgencia, narcotráfico, desmovilización y desarme, entre
otros, serán puntos que llevaran un exhaustivo análisis, una razón muy
importante para que el tiempo no sea el obstáculo para lograr los objetivos de
alcanzar la paz que ambas partes le deben al pueblo de Colombia.
Las
perspectiva de este proceso de paz estará atado necesariamente a que las
partes, en el marco de la negociación, puedan ir acercando los cinco puntos de
la agenda que debaten, logren consenso y lo sometan al escrutinio y la
discusión de la sociedad colombiana las que soberanamente puedan arropar y a su
vez exigir a las partes que cumplan con el mandato de paz que el pueblo desea.
(+) Periodista, politólogo, analista y internacional)