Un soldado que ha perdido la mitad de su pierna en la guerra |
Por Alberto Pinzón Sánchez
La guerra de guerrillas, por
definición, es una guerra de desgaste, tanto militar, como económica y desde
luego política.
Y esa realidad, que sistemáticamente y durante muchos años ha sido
ocultada o manipulada por el Estado colombiano y sus medios de comunicación
adictos, es la que finalmente está aflorando a la superficie, en la reciente
encuesta de opinión del país, realizada después de los dos fallos
internacionales: el de la corte Internacional de Justicia sobre el diferendo
colombo-nicaragüense, y, el de la corte Penal Internacional (CPI) sobre Los “falsos
positivos” y el Terrorismo de Estado en Colombia; los que desde el exterior han
venido a catalizar la tendencia interior a la percepción social del colapso
anunciado siempre negado. Es el ambiente pesimista, de incertidumbre e
incredulidad en las instituciones oligárquicas, que algunos comentaristas ahora
tímidamente tratan de analizar.
Recordemos, solamente, algunas cifras de la confrontación militar:
Durante el “octenio” de Uribe Vélez, oficialmente no hubo conflicto social
armado en Colombia; sin embargo, según el consolidado presentado hace un año
por el profesor Carlos Medina Gallego, durante el periodo comprendido entre el
2002 y el 2009
“… Las organizaciones
insurgentes, no dejaron de operar en las estadísticas oficiales. Para el mismo
tiempo analizado (2002-2009) desarrollaron 70 ataques a poblaciones, 441
ataques a instalaciones de la fuerza pública, 514 emboscadas, 1.479
hostigamientos y 2.125 actos de sabotaje. Como resultados de estas operaciones
dejaron a la fuerza pública 14.017 heridos o bajas vivas y 4.504 muertos, esto
es, un promedio diario de 1.7 muertos y 5.5 heridos. En siete años de “no
conflicto”, de “no guerra” hay un total de bajas del destacamento oficial e
insurgencia de 17.998 combatientes, soldados y policías muertos… sin contar los
asesinatos de civiles y grupos étnicos, por ejemplo, 766 indígenas y 578
sindicalistas durante la citada administración… ni el desplazamiento forzado y
las lógicas de la guerra que durante el periodo en cuestión, generaron según la
estadística del ministerio 2.267.348 desplazados, el 30% de afrocolombianos e
indígenas de la totalidad de población en situación de desplazamiento, estimada
en 4.5 millones, lo cual representa el 10% del total de la nación.
LAS ESTADÍSTICAS PRESENTADAS de los estándares de eficiencia y calidad de las acciones de la Fuerza
Pública, durante los primeros 100 días del gobierno del Presidente Santos,
señalan 102 bajas, 492 capturas y 540 desmovilizaciones individuales, en el
marco de una tendencia que sostiene los resultados de la confrontación en los
promedios anuales de 1.600 bajas a la insurgencia y 5.700 capturas. Según
informes de prensa en el 2010 mueren más de 2.000 soldados en la guerra”... http://www.ddhh-colombia.org/html/noticias%20ddhh/estadisticasguerra20012011.pdf
Y un poco más reciente ( noviembre 2012) el blog la “Ola Política”
dirigida por el conocido político Liberal gobiernista Horacio Serpa, en su
sección de indicadores políticos, descarna una realidad oficial sombría que se
añade a los demás datos aislados y descontextualizados que circulan en otros
informes proclives :… “Mártires del conflicto. En la actualidad hay cerca de
9.000 SOLDADOS que han sacrificado más del 50 por ciento de su capacidad
psico-física en defensa de Colombia, y alrededor de 5.000 familias de ‘héroes’
que entregaron su vida por la seguridad de la patria.
EL COSTO DEL CONFLICTO. 385.846 INDEMNIZACIONES PAGARÁ A 2014 el Gobierno Nacional a las
víctimas del conflicto armado. Se estima que la reparación costará más de 60
billones de pesos, en diez años”.
http://olapolitica.com/?q=indicadores-politicos
Cuando se caracterizó científicamente el conflicto interno colombiano
como “un conflicto histórico, social y armado, cuya única solución posible es
política”, en contradicción antagónica con una solución militar buscada
afanosamente desde hace 60 años por la descomunal fuerza militar combinada
colombo-estadounidense, que actualmente llega a 500.000 hombres armados con la
ultima tecnología militar y un gasto social mayor al 6,5% del Producto Interno
Bruto; se lo negó rotundamente, pues se trataba de imponer por la fuerza
mediática, el concepto propagandístico “de la amenaza narco-terrorista a las
instituciones colombianas”.
Hoy cuando la encuesta en comento deja claro la deslegitimación y el
desplome generalizado que los colombianos perciben, no solo de la de la mayoría
de las llamadas instituciones democráticas con sus tres Poderes, sino de la
figura del presidente JM Santos (quien fuera el ministro de defensa cuando los
falsos positivos de Uribe Vélez y ahora se encuentra empeñado en hacer aprobar
un Fuero Militar que lave a pasado y futuro toda esa sangre inocente), él
pretende mediante plazos fijos que coinciden con las elecciones de su segunda
presidencia, presionar o chantajear a la mesa de diálogos de la Habana para que
se logre aceleradamente el fin del conflicto armado, pero dejando intacto el
conflicto social, y en manos de su ministro de guerra Pinzón .
Es decir, que la insurgencia colombiana que no ha sido derrotada militarmente
y ahora da ante el mundo una muestra de su fortaleza aceptando una agenda como
la ratificada en Oslo, utilice su acumulado político y organizativo para
sostener un poderoso árbol súper-blindado, que finalmente se está desplomando
por el desgaste que le han producido 60 años de golpes en su raíz, cuando lo
prudente es evitar que esa ramazón los arrastre en su caída.
¡Hasta allí ha llegado su banalidad y su ligereza intelectual, nublada
por las lentejuelas del júbilo
electorero de la clique oligárquica neoliberal, que lo asesora y sostiene!