Rendición de cuentas de Minhacienda
Más retención en la fuente
Por Nelson Fajardo, VOZ
El Ministerio de Hacienda hizo rendición de
cuentas, el pasado 26 de noviembre del año en curso.
Según el informe presentado, el comportamiento de la política
impositiva es altamente favorable, por cuanto el recaudo se incrementó, al
pasar a 98,6 billones de pesos; es decir, 10,5 billones por encima de la meta
proyectada para el período. El tributo que más aportó fue el de retención en la
fuente, con una participación del 30,21 por ciento sobre el volumen total,
seguido de la renta con el 22,11 por ciento, el Impuesto al Valor Agregado
(IVA) con el 20,15 por ciento, y concluyen otros, con participaciones
porcentuales muy pequeñas.
Esta distribución indica que el IVA ha perdido protagonismo en la
participación dentro del volumen de los recaudos; situación que se debe, según
los especialistas, a la lentitud en la rotación de esos dineros.
A esta parte del informe, se agrega la gestión administrativa que ha
permitido expandir la formalización tributaria al pasar de 8,9 millones de
registros a 9,5 millones. Lo mismo sucede con el régimen simplificado que pasó
de 6.646.530 a
7.104.864. Desde luego que al componente positivo, que llama al optimismo, se
une una “sola” falla, cual es, el mal trato de los funcionarios de la Dian a
los ciudadanos.
El incremento
de los ingresos
Este informe, tan optimista y altamente positivo, está hecho a la
medida de un Estado que vive un proceso lento de modernización y que aspira
elevar su legitimidad ante el conjunto de la sociedad. Al mismo tiempo, el
Estado procura legitimar su política económica, que sigue siendo eminentemente
neoliberal. Pero la pregunta que nos asalta es ¿Qué hizo posible que los
ingresos por impuestos se incrementaran significativamente?
Al respecto, el crecimiento económico, en medio de las restricciones
que impone la crisis del capitalismo mundial, ha sido positivo, y se calcula
que cerraremos el cuatrienio con un crecimiento del 4,9 por ciento. Ahora,
dicho crecimiento está soportado principalmente en lo bien que le va al sector
minero energético y al sector financiero. Ambos sectores imprimen una dinámica
a la economía, que si bien entrega indicadores positivos, no necesariamente
integra el concepto de progreso y desarrollo; por cuanto el sector minero
energético exige un alto grado de inversión, que no revierte en el corto plazo.
Pero para superar esa situación, tenemos un sector financiero fuerte, que
apalanca el crecimiento y subordina al sector productivo del capital. Es este
tipo de relaciones las que nos explican porqué crecieron los ingresos del
Estado por vía impositiva.
Veamos, en la medida que las empresas de los sectores mencionados
entran por un sendero de alta productividad, que realiza su producción
rápidamente; efectivamente, la tasa de ganancia se incrementa, y esto permite
que el Estado obtenga mayor recaudo. Esos recaudos incrementados, deberían
fomentar que el Estado amplíe su capacidad distributiva; pero es precisamente
lo que no sucede.
El propósito de la reforma
El propósito de la reforma tributaria, que está por aprobarse, es
golpear más el mundo del trabajo, con más impuestos indirectos (profundización
de la masificación del IVA, golpe a las pensiones, entre otras medidas); esos
impuestos se conjugan con la retención en la fuente, que grava a una franja
importante de ingresos provenientes de la contratación flexible de
trabajadores. Lo anterior, bajo el criterio, de siempre, que plantea el
sacrificio para todos; léase Estado, capital y trabajadores. Es un criterio que
se aplica demagógicamente, porque el trasfon- do indica que los trabajadores
son los que más se ven afectados por el actual modelo de acumulación; mientras
que el Estado y el capital son favorecidos con esas medidas de política
económica. Baste con observar el estado de las utilidades por la extracción minero
energética y el movimiento del dinero.
La situación de estas es tan favorable, que se dan el gusto, incluso,
de desarrollar propuestas aparentemente altruistas sobre la población
trabajadora.
En síntesis, el aumento de los ingresos del Estado,
a través de una política impositiva, que anime y fortalezca el recaudo, no
revierte necesariamente en beneficios colectivos para los trabajadores; más
bien, dicho aumento incide negativamente sobre algunos capitales y el conjunto
de la sociedad trabajadora. Sobre los capitales, en la medida que tienen que
elevar los precios de los productos finales, para que no se deteriore la tasa
de ganancia; y sobre los trabajadores, en la medida que su consumo directo es
agredido con precios altos, que diezman su capacidad adquisitiva. Es así, como
se aspira a que ese aumento de los recaudos, contribuya a formar presupuestos
que estén al servicio de la paz con justicia social