Humberto de la Calle, el representante de Santos en la Habana. Aristócrata y oligarca. |
Por Horacio Duque
Ya más relajado, sin las presiones
por el fallo de la Corte Internacional de Justicia, luego del encuentro
diplomático con el Presidente Daniel Ortega para dar tramite concertado a las
diferencias, el señor Santos hizo presencia en el Congreso del insignificante
partido verde que se reúne en la ciudad de Cartagena bajo la presidencia de un
señor Parada, el mismo que tiene fatigado el país con su crónica y
mendicante petición de puestos en el gobierno.
En su discurso el jefe de la Casa de Nariño afirmo, como gran cosa,
que las conversaciones de paz tenían de 12 meses, hasta noviembre del 2013 para
llegar a unos acuerdos concretos en los 6 puntos de la Agenda establecida. Es
su interpretación del punto del Acuerdo General que establece que para “Garantizar
la efectividad del proceso y concluir el trabajo sobre los puntos de la agenda
de manera expedita y en el menor tiempo posible, para cumplir con las
expectativas de la sociedad sobre pronto acuerdo. En todo caso, la duración
estará sujeto a evaluaciones periódicas de los avances.
En el mundo de la postmodernidad, el de la iliquidez y fugacidad de
todo, 12 meses son una eternidad. Es un mundo de tiempo si se aprovechan bien y
si no también.En 12 meses, si se descuidan, pueden perder otro tanto en el Mar
Caribe, porque los revolucionarios de Nicaragua quieren más, pues el derecho
les da la razón y en La Haya parece que tienen un buen jurisconsulto, muy
despierto y hábil. En 12 meses y si las encuestas empeoran hasta la gobernanza
se le escurre al señor Santos. Casos se han visto. No se duerma.
Muy bien que la paz disponga de 12
meses más y que el doctor Santos no siga amenazando con levantarse y dejar todo
tirado con el cuento peregrino de que nada se ha perdido para el país, como si
se tratara de un juego de niños.
Pero 12 meses no sirven para hacer una “revolución por decreto”. El
cuento de una “revolución por decreto” se lo inventó Lopéz Michelsen, un
político burgués liberal acostumbrado a los sofismas y
falacias lingüísticas.
Iván Márquez, jefe de la delegación de Paz de las FARC-EP en la Habana, puso las cartas en la mesa en Oslo, y decía que no ha venido para entregar casi medio silgo de lucha en vano. |
Las revoluciones no se hacen por decreto, señor Santos. Eso es
elemental en el ABC de la sociología, la historia y la ciencia política.
Pregunteselo a su hermano Enrique y verá. Las pocas revoluciones que han
ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad, 4 o 5, han sido
potentes revueltas populares y alzamientos violentos que no
dejaron títere burgués/terrateniente con cabeza. No se hicieron
por acuerdo o contrato entre las clases sociales antagónicas. Échele una leída a
los textos sobre la revolución francesa, la soviética, la china o la
cubana y se dará cuenta que lo que está diciendo es una perfecta burrada. No
repita como un loro las falacias de Lopéz Michelsen.
La Mesa de La Habana lo que está
intentando es un reformismo, que a Usted le parece una revolución que todavía
no lo es.
Son las reformas elementales, y hasta liberales, que esta sociedad
reclama desde hace mas de medio siglo para poder ingresar a la modernidad y que
la clase que Usted representa ha impedido a sangre y fuego, ocasionando una
guerra absurda contra la mayoría del pueblo colombiano.
Una de tales reformas es la agraria que ahora se debate en Cuba, ojalá
con buenos resultados para los 6 millones de campesinos victimas de
la violencia de los terratenientes de todos los pelambres que abundan en su
gobierno.