martes, 15 de enero de 2013

Al filo de la navaja

Quema de principios democráticos


 Al filo de la navaja

Álvaro Lopera, enero 12(siriripress)-

En nuestro portal, en la sección opinión, subimos dos artículos interesantes los cuales se refieren tanto a un pequeño ensayo que William Ospina escribió el pasado 5 de enero, llamado "A las puertas de la mitología", como a la entrevista publicada hoy en El Espectador a raíz de su "escandaloso escrito", en donde como coletilla de entrada la periodista Cecilia Orozco Tascón hace la venia a la "opinión contraria de su escrito de la mayoría de los establecimientos sociales de Colombia".
Para ninguno de nosotros nos es desconocido que las tales mayorías corresponden a las capuchas de las clases gobernantes, esto es, a los medios de comunicación burgueses y a los partidos políticos de derecha colombianos, amén de esa clase media y alta que siempre huelen incienso después de terminar su perversión cotidiana.

Respecto del pequeño ensayo, puedo decir que es un escrito inteligente, como casi todo lo que sale de la pluma de William Ospina, y como suele decirse, su obra es superior al creador, esto es, en la entrevista, que es donde aparece en escena el hombre real, -el mismo que recibe un pago por sus perspicaces escritos que favorecen la presencia del periódico en el tráfico de la opinión mundial y nacional-, frente al juicio del establecimiento, ya los matices se decantan y surge el intelectual liberal demócrata que sabe que el caimán que lo entrevista es un vocero más de la opinión "políticamente correcta" de nuestra oligarquía.
Si analizamos el cuestionario, e invito a que lo hagamos con un criterio bien examinador, ellos pretenden esculcar hasta la saciedad la ideología del escritor, pues, según la entrevistadora, lo que publicó es todo un anatema para el cotarro político colombiano. ¿Cómo es eso de considerar la revolución bolivariana y al "mono" Chávez casi como un paradigma para América Latina, además de la "execrable" revolución cubana? ¿Es William Ospina un contestatario rebelde y menos un intelectual refinado?, pues los partisanos de la opresión lo querrían ver como un florero decorativo. ¿Es acaso antinorteamericano?

De nuevo la vasta cultura de Ospina pone contra las cuerdas a tan encumbrada periodista que parece que llevaba listas las preguntas mucho antes de entrevistarse con él. Muy inteligentemente le demuestra hasta la saciedad que él no es amigo personal ni le debe nada a Chávez, que si lo ha visto ha sido a distancia; que menos le debe a la revolución cubana y que ni siquiera los sendos premios que ha recibido de Cuba y Venezuela lo afectaron para escribir lo que escribió. Que los políticos son una sarta de incultos, y que por ello, entre otras, arrecia la violencia, como si no tuviera en cuenta que una persona que se diga ciudadano es político por esencia, naturaleza social y necesidad. No conozco a nadie que no participe con su actividad o indiferencia en la toma de las decisiones políticas de un país.
Y si se refiere a los políticos profesionales, pues le recuerdo a don William aspectos importantes tales como que uno de los grandes políticos de este país y muy culto por cierto fue el basilisco Laureano Gómez, el cual bañó en sangre nuestro país en la época de la violencia. Podemos hablar de muchos otros que han arrastrado este país a las execrables puertas del infierno, tales como Rafael Núñez, nuestro impulsador de la sempiterna constitución del estado de sitio, la cual fue cambiada por la neoliberal de 1991; también don Alberto Lleras Camargo, demasiado culto para su época, firmante del acuerdo de Benidorm- el mismo que selló con la impunidad el terrible crimen cometido por ambos partidos contra el caudillo del pueblo y contra todo el pueblo colombiano y que representó una verdadera masacre con cerca de 300.000 víctimas- que se convertiría en el acicate posterior de la violencia- y gran impulsador del terrible frente nacional, padre de otras tantas tragedias. Y ni se diga nada de Carlos Lleras Restrepo, el de las rondas campesinas, y de Belisario Betancur, este último poeta de la excrecencia de la extrema derecha fascista, más conocido como el incendiario, padre de la toma del Palacio de Justicia en 1985 en donde cayeron las mejores y más democráticas cabezas del derecho burgués de nuestro país.

Por supuesto, en la entrevista no podía aparecer Ospina defendiendo la lucha de clases, - claro que él no es un marxista, ni lo será nunca- la misma que se impone desde el poder mismo y que las clases de abajo tienen que asumir como su destino manifiesto hasta que estas desaparezcan, la cual para información de tan renombrado escritor, van ganando las distintas burguesías del mundo. Se le olvidó pues a nuestro entrevistado que no propiamente la cultura va a salvar a nuestro país de la violencia mientras los usurpadores del poder sigan siendo los dueños de los medios de producción y la acumulación de riqueza se haga violentamente a costa de millones de hombres y mujeres que ni siquiera reciben de pago lo mínimo para subsistir y que son despojados del mínimo patrimonio rural.

La entrevista muestra a las claras el tipo de país que tenemos, el cual se escandaliza con el artículo de un escritor que por cierto escribe muy bien, pero que políticamente se ha movido sin que afecte para nada al establecimiento puesto que sus opiniones se mueven al filo de la navaja: ni para allá ni para acá porque se corta. Pero qué pena, es quizás el único que se atreve a escribir lo que piensa desde una concepción democrático-liberal y recibe como respuesta rayos y centellas y un llamado a que atenúe tan sencillos conceptos políticos.
Los Abad Faciolince, los Vargas Llosa, los Bernard-Henri-Lévy, los Santos Calderón y mil más del portafolio imperialista mundial son los que se imponen ahora en este interregno del siglo XXI del sistema mundo capitalista, el mismo que desde siempre nos hemos dispuesto a transformar en algo más amable. Por ello es indiscutible, que, y con todo lo que representa el entrevistado que llama a formar toldas democráticas y muy cultas para hacer una política más refinada como si no existieran bastantes y muy decididas, debemos sentirnos contentos de que no todos los intelectuales se estén cocinando en el altar del fascismo de nuestro país y que desde la pluma haya una cierta resistencia a ese tenebroso dominio.