Santos discutiendo con el jefe de las FF.MM., el general Alejandro Navas, Foto presidencia |
Miguel Bonasso,
describe magistralmente en sus memorias tituladas Recuerdo de la Muerte; la táctica
preferida por sus torturadores de la dictadura fascista Argentina del “bad guy-good
guy” (tipo malo-tipo bueno), usada también eficientemente en todas las
dictaduras fascistas del llamado Cono Sur, al haber sido esparcida como una
peste inhumana y finalmente generalizada en Nuestra America por todos los
torturadores fascistas y paramilitares, primero desde la conocida Escuela de
las Américas y luego por el mundo, desde Abu Ghraib y Guantánamo:
Una vez capturado el opositor al régimen, viene un interrogatorio
brutal y espantoso con todo tipo de torturas imaginables, a cargo de un sádico
insultante o tipo malo. Luego, como presumen que el detenido no ha dicho todo,
lo dejan descansar unos minutos para que entre en escena un sádico más refinado
y menos humillante, quien con ademanes educados y lenguaje un poco más elevado
(aunque no tanto) le ofrece café tinto con un cigarrillo y le dice que no
quiere verlo sufrir más, sino verlo por la calle en libertad, sonriente y
próspero. Pero para eso debe decirle a él (solamente a él) lo que,
comprensiblemente, le ocultó al anterior tipo, ese impolítico, perverso y mal
hablado.
El resultado indiscutible de esta táctica de dominación basada en el
miedo, el cual según el nazi Goebbls es la única emoción humana perdurable y
manipulable, llevó luego a sus gestores y beneficiarios a teorizar sobre ella y
a elevarla a canon político: Fue la famosa teoría del cochero americano del “garrote
y zanahoria” presentado al mundo en 1997 por la Secretaria de Estado de los EE UU
señora Madeleine Albright, al inicio del Plan Colombia y luego, en los diálogos
frustrados del Caguán adoptada en el país, convertida y transformada en regla
de oro estratégica para derrotar a la insurgencia colombiana, en “cualquier”
mesa de negociación donde se siente, tal y como lo dejó establecido el arúspice
de la oligarquía trasnacionalizada de Colombia, Alfonso López Michelsen.
“Negociar en medio de la guerra”, que fue la consigna de
los militares colombianos impuesta por el presidente Pastrana a la dirigencia
de las Farc durante los diálogos del Caguán, es una curiosa adaptación
colombiana de la regla de la zanahoria y el garrote gringo, que 15 años después
sin modificaciones, el presidente JM Santos le impuso nuevamente a la
dirigencia delas Farc para iniciar y adelantar los actuales diálogos de la
Habana.
Durante 50 años los regimenes de turno han prometido derrotar la guerrilla militarmente pero hasta ahora, pese a unas inversiones gastronómicos, el resultado es magro. |
La enseñanza del ex presidente López Michelsen de “derrotar
militarmente a la guerrilla, para luego sentar a quienes queden, a negociar su
desmovilización y reinserción”, no ha sido aún desechada totalmente por clase
dominante colombiana, a pesar de la evidencia contundente de no haberla
conseguido en 60 años de guerra contrainsurgente geoestratégica, apoyada
siempre por el gobierno de los EEUU con la última tecnología militar
disponible. Por el contrario. Todos los días vemos y escuchamos al presidente
Santos, o su ministro de guerra, o a un alto mando de las hipertrofiadas
fuerzas armadas de Colombia, hablando de la heroica victoria que con la “Espada
de Honor” y el Corazón Verde”, están prontos de conseguir.
Sin embargo, hasta el momento y a pesar de la tregua unilateral
decretada por las Farc este fin de año, lo que la realidad muestra es el efecto
contrario: una continuidad de la mortandad de colombianos, tanto de guerrilleros
como de soldados, en un ambiente enrarecido o podrido por la muerte, esgrimida
por el gobernante como única y última razón del Estado que les va a dar la
prosperidad democrática prometida. Los unos muertos en bombardeos y los otros
caídos en campos minados y en ofensivas terrestres, tal como ha sido informado
por las diferentes agencias periodísticas internacionales, en esta primera
semana de enero 2013.
¿Acaso esto significa que las fuerzas militares colombianas
solo dominan plenamente el aire, mientras que en la tierra tienen dificultades?
¿Habrá otras explicaciones, aún desconocidas, que están obligando al presidente
Santos y a sus altos mandos militares a insistir diariamente frente a sus
subordinados en la victoria con el fin de elevarles la moral? ¿Acaso ya hay
signos y síntomas de desmoralización dentro de las tropas al haberlas preparado
durante años en una victoria militar, como única vía que no llega, y no en una Solución
Política del conflicto?
Sin la aviación, . . . . |
El general Alejandro Navas, comandante general de los 500.000
hombres (solamente armados) que componen las mega-hipertrofiadas Fuerzas Armadas
de Colombia y que consumen el 5% del PIB de Colombia; dijo recientemente
(06.01.2013) en una entrevista para el diario conservador El Nuevo Siglo que:
... “Tenemos una misión muy clara: seguir combatiendo. Y esa es la
orden que nos ha dado nuestro presidente de la República y el ministro de
Defensa Nacional. Y seguir por esa senda del cumplimiento del deber. Lo nuestro
es el combate, simple y llanamente. El combate hasta que nuestro gobernante nos
diga. Hay que hacer otra cosa. Pero nosotros estamos en lo nuestro. Eso es lo
que sabemos hacer y para lo cual estamos preparados. Es decir, para el combate”….
http://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/1-2013-estrategia-militar-busca-desmoralizar-farc.html
Con esta inteligente elocuencia, el general Navas lo que
está dejando en claro es que una maquinaria militar tan grande e hipertrofiada
como la Colombiana, orientada únicamente al combate militar hasta la victoria
(y por no conseguirla se hipertrofió tanto) no puede detenerse de un momento
para otro. Frenar en seco. Ni siquiera por una orden presidencial, que se
supone es política, y que esta inercia militarista al no poder parar o
detenerse porque se derrumba, le ha impuesto al presidente Santos aquella consigna
de “negociar en medio de la guerra”, muy en contradicción con el clamor Popular
de adelantar los diálogos de la Habana en medio de un ambiente distendido con una
Tregua Bilateral.
¿Será capaz el presidente Santos de explicarle al Pueblo
colombiano, que él no es tipo dual (bueno- malo) o de garrote y la zanahoria que
pintan los caricaturistas, que si puede ordenar la Tregua Bilateral para
adelantar los diálogos en la Habana, como se lo está demandando la movilización
social sin que pase nada?