Dos hombres de la misma oligarquía pero representando diferentes corrientes de poder de ella. |
Por Fernando Dorado
Publicado por Servicio Informativo “Alai-amlatina”
ALAI AMLATINA, 02/01/2013.- Uribe
terminó por distanciarse y enfrentarse a Santos durante el año 2012. Era
previsible. No por cuestiones personales, caracteres o intereses individuales.
Son intereses de clase y de sectores de clase los que determinan e impulsan
esos cambios.
Por
ello, el fenómeno político (y económico) de mayor relevancia en Colombia
durante el año 2012 fue la abierta confrontación entre los representantes
políticos de la oligarquía latifundista tradicional (grandes ganaderos) y la
burguesía transnacionalizada (1) (que incluye a grandes terratenientes
productores de caña de azúcar y palma). Uribe Vs. Santos.
La contradicción entre grandes terratenientes y
burgueses industriales ha existido de tiempo atrás, y se expresó durante la
década de los años 30 y 40 (López Pumarejo), y 60 y 70 (Lleras Restrepo) del
siglo pasado (XX). La precaria y parcial reforma agraria que lideró la débil
burguesía industrial colombiana fue una de las expresiones de esa
contradicción.
Esta
contradicción siempre existió pero ahora se ha manifestado abiertamente y
parece profundizarse hacia el futuro. Circunstancias particulares como los
diálogos con la guerrilla, la reforma tributaria, y otros asuntos menores, han
hecho evidente ese rompimiento de una manera pública y con tendencia a
profundizarse. Por eso, no es casual que el gobierno haya aceptado debatir el
tema del “desarrollo rural” y el problema de la tierra como primer punto de la
agenda a debatir con la guerrilla, y que en esa mesa – por primera vez – no
estén representados los grandes latifundistas y ganaderos colombianos.
Tal
situación es un aspecto de la evolución de las contradicciones estructurales
que alberga la realidad colombiana y que debe entenderse – estudiarse – a
fondo, para poder orientarse en la vida y la acción política.
La burguesía transnacionalizada (“urbana”, gran
financiera, gran industrial y agroindustrial) también se muestra independiente
de las políticas más derechistas de la inteligencia estadounidense (halcones
del Departamento de Estado y de la
CIA ), planteándose la posibilidad de iniciar un nuevo camino
frente al problema de las drogas.
Detrás
de esa diferenciación está la creciente conciencia entre amplios sectores de
las burguesías transnacionalizadas de América Latina (principalmente las de
Brasil y Argentina, pero también las de Colombia, México, Chile, Perú y algunos
países de Centroamérica) de que su futuro ya no puede estar ligado –total y
únicamente– a los EE.UU. Saben que la bonanza extractivista de materias primas
(petróleo, gas, oro, carbón, cobre, coltán, agrocombustibles, etc.) no puede
ser aprovechada plenamente si no juegan en un bloque latinoamericano que les
permita utilizar las contradicciones y tensiones que se presentan en los
mercado globales.
En
Colombia la mayoría de la izquierda no acepta la evolución de esa
contradicción. Frases como “Santos es Uribe III” o “Santos es igual a Uribe”
sirven para salir del paso sin mucho análisis. Sin embargo, el no analizar la
tendencia y progreso de esas contradicciones los conduce muchas veces a llevar
agua a molino ajeno, a encontrarse de buenas a primeras al lado de uno de sus
más irreconciliables enemigos, como está sucediendo hoy.
No es casual que algunos sectores del MOIR (partido
político de izquierda que hoy es el principal sostén del Polo Democrático
Alternativo PDA) terminen coincidiendo en muchos aspectos con el “uribismo”.
Por fin parece que han encontrado “su” burguesía nacional, representada por los
terratenientes ganaderos y grandes productores cafeteros, que han empezado a
sentir y “descubrir” que las políticas santistas (que son herencia de las
políticas de Uribe), les están golpeando intereses vitales de sus economías
agrarias.
Pero
del otro lado están los grandes terratenientes que ya han re-convertido sus
procesos productivos y que se sienten seguros con la política de las cinco
locomotoras neoliberales. Ellos no tienen propiamente intereses “nacionales”.
Son parte de la burguesía “transnacionalizada”.
¿Quiere
esto decir que la burguesía transnacionalizada puede ceder en asuntos vitales
con respecto al campo? Todo depende de la correlación de fuerzas que alcance a
mover la mesa de negociaciones entre el gobierno y la guerrilla. Si las masas
campesinas se movilizan unificada y ampliamente, y sobre todo, si logran
involucrar amplios sectores sociales urbanos en los asuntos de la Paz , los sectores dominantes
hoy representados en el gobierno podrán negociar en forma puntual – no una
reforma agraria – pero sí algunos cambios en la política para medianos y
pequeños productores así como para campesinos sin tierra, que podrán afectar
intereses de grandes latifundistas, sobre todo de Antioquia y la Costa Atlántica.
Es
decir, desde el análisis de clase se puede prever que la burguesía
transnacionalizada puede “sacrificar” intereses de la oligarquía latifundista y
ganadera a cambio de terminar el conflicto armado, porque en lo fundamental lo
que les interesa es conseguir un ambiente propicio para profundizar las
inversiones extranjeras en infraestructura vial y energética, y en la
explotación de recursos minerales y de agrocombustibles.
El gobierno – y las fuerzas económicas en él
representadas – requiere, por tanto, de que las guerrillas y las organizaciones
populares que luchan por Paz con justicia social logren desarrollar un
importante movimiento social y político en torno a la Paz que sirva para contrarrestar
la fuerza política de la oligarquía latifundista y ganadera que encabeza Uribe.
Sin
embargo tal tarea no va a ser fácil. El gobierno tiene la presión de fuerzas
económicas y militares que no aceptan por ningún motivo algún tipo de
distensión en la guerra que se adelanta contra la insurgencia. Por ello no
puede declarar un cese bilateral de fuegos aunque, en la medida en que los
diálogos ganen fuerza política, tal eventualidad podría ser contemplada por el
alto gobierno.
Pero
además, el gobierno es temeroso de que ese movimiento social – si se
convirtiera en un fuerte torrente de opinión – lo obligue a ceder en aspectos
estratégicos que el gran capital no está dispuesto a conceder. He ahí la
balanza con la que juega y de allí su actitud medrosa y calculadora.
NOTA: Uno de los temas
poco estudiados por los teóricos de la izquierda en Colombia es la
transformación de importantes sectores gran-terratenientes y gran latifundistas
(cañeros, palmeros, rentistas) en grandes industriales del agro, lo que les dio
un peso importante dentro del bloque financiero que se consolidó durante la
década de los años 90s del siglo XX, y que hoy fungen a nivel regional
latinoamericano como grandes burgueses transnacionalizados (Ardila Lulle,
Sarmiento Angulo, entre otros).
Nota:
(1) Nueva burguesía “urbana” la denomina
Ignacio Ramonet en su análisis sobre el proceso de Paz en Colombia. Ver: ¿Paz
en Colombia? http://www.rebelion.org/noticia.php?id=160119. Sobre la categoría “burguesía
transnacionalizada” ver: “La
Burguesía trans-nacionalizada y la reelección de Santos”:
http://viva.org.co/cajavirtual/svc0280/articulo14.html y “Tres tipos de
burguesía; tres grupos de países”:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=143893
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