lunes, 14 de enero de 2013

El tiempo disponible para este trascendental esfuerzo es limitado

Jimmy Carter fue presidente de Estados Unidos entre 1977 y 1981. Juan Manuel Vargas / EL TIEMPO













'El tiempo disponible para este trascendental esfuerzo es limitado'


El expresidente de EE. UU. y Nobel de Paz Jimmy Carter escribe sobre proceso de paz en Colombia.
Estoy muy motivado por el proceso de paz. Este es importante no solo para Colombia sino para toda la región. Después de cinco décadas de conflicto, tomará tiempo restablecer la confianza entre los colombianos y colombianas que han sido parte y se han visto afectados por el mismo. (Lea también: 'Gobierno espera resultados': De la Calle a las Farc).

La recuperación de la confianza se verá favorecida con la suscripción de acuerdos escritos y claros sobre cómo las partes involucradas decidan identificar su responsabilidad en los perjuicios y pérdidas causados a los ciudadanos y en la reparación de las víctimas; la reincorporación de excombatientes a la vida civil, y las garantías y verificación de todos los acuerdos.
Colombia es un actor regional importante. Por esta razón vine, no solo para conocer sobre las conversaciones de paz, sino para discutir dos temas de relevancia regional que están relacionados. El primero es la búsqueda de alternativas para combatir el problema de las drogas, habida cuenta del fracaso de la llamada “guerra contra las drogas” en reducir el consumo y la producción en las últimas cuatro décadas.

Este tema requiere la cooperación hemisférica y me complace mucho que presidentes y expresidentes de América Latina, incluido el presidente Santos, hayan incorporado esta cuestión en la agenda internacional para su discusión. Como lo sugiere el título de un video reciente, ‘Rompiendo el tabú’, es el primer paso que hay que dar.
Debemos prestar atención a la evidencia que aportan diversas experiencias en Europa y otras partes del mundo, y reflexionar sobre qué medidas podrían funcionar en términos del tratamiento del consumo de drogas, más como un problema de salud pública que como un problema delictivo penal.

El segundo tema es la construcción de consensos para proteger y fortalecer el sistema interamericano de derecho humanos, que se remonta a las décadas de los años 60 y 70. Esta es una conquista de la que todos debemos sentirnos orgullosos y la que todos debemos comprometernos a proteger.
Estas instituciones sirven a los ciudadanos y ciudadanas que podrían no tener ningún otro mecanismo para hacer valer sus derechos fundamentales y exigir su protección.
Como podemos ver en las conversaciones de paz que se están llevando a cabo, estos son todos temas interrelacionados, en los que el desarrollo rural, el combate del problema de las drogas y los derechos de las víctimas forman parte de la agenda.

Colombia está –ahora– frente a una ventana de oportunidad, que cuenta con el importante apoyo de países vecinos y del gobierno de mi país. Pero el tiempo disponible para este trascendental esfuerzo es limitado.
Espero que los participantes en las conversaciones aprovechen plenamente esta oportunidad y la buena voluntad expresada hasta ahora por ambas partes, para resolver este conflicto y traer la paz que tanto merecen los ciudadanos y ciudadanas de Colombia.

JIMMY CARTER

Especial para EL TIEMPO