Jimmy Carter fue presidente de Estados Unidos entre 1977 y 1981. Juan Manuel Vargas / EL TIEMPO |
'El tiempo disponible para este trascendental esfuerzo es limitado'
Por: JIMMY CARTER |
El expresidente de EE. UU. y Nobel de Paz Jimmy Carter escribe
sobre proceso de paz en Colombia.
Estoy muy motivado por el proceso de
paz. Este es importante no solo para Colombia sino para toda la región. Después
de cinco décadas de conflicto, tomará tiempo restablecer la confianza entre los
colombianos y colombianas que han sido parte y se han visto afectados por el
mismo. (Lea también: 'Gobierno espera resultados': De la Calle
a las Farc).
La recuperación de la confianza se
verá favorecida con la suscripción de acuerdos escritos y claros sobre cómo las
partes involucradas decidan identificar su responsabilidad en los perjuicios y
pérdidas causados a los ciudadanos y en la reparación de las víctimas; la
reincorporación de excombatientes a la vida civil, y las garantías y
verificación de todos los acuerdos.
Colombia es un actor regional
importante. Por esta razón vine, no solo para conocer sobre las conversaciones
de paz, sino para discutir dos temas de relevancia regional que están
relacionados. El primero es la búsqueda de alternativas para combatir el
problema de las drogas, habida cuenta del fracaso de la llamada “guerra contra
las drogas” en reducir el consumo y la producción en las últimas cuatro
décadas.
Este tema requiere la cooperación
hemisférica y me complace mucho que presidentes y expresidentes de América
Latina, incluido el presidente Santos, hayan incorporado esta cuestión en la
agenda internacional para su discusión. Como lo sugiere el título de un video
reciente, ‘Rompiendo el tabú’, es el primer paso que hay que dar.
Debemos prestar atención a la
evidencia que aportan diversas experiencias en Europa y otras partes del mundo,
y reflexionar sobre qué medidas podrían funcionar en términos del tratamiento
del consumo de drogas, más como un problema de salud pública que como un
problema delictivo penal.
El segundo tema es la construcción de
consensos para proteger y fortalecer el sistema interamericano de derecho
humanos, que se remonta a las décadas de los años 60 y 70. Esta es una
conquista de la que todos debemos sentirnos orgullosos y la que todos debemos
comprometernos a proteger.
Estas instituciones sirven a los
ciudadanos y ciudadanas que podrían no tener ningún otro mecanismo para hacer
valer sus derechos fundamentales y exigir su protección.
Como podemos ver en las
conversaciones de paz que se están llevando a cabo, estos son todos temas
interrelacionados, en los que el desarrollo rural, el combate del problema de
las drogas y los derechos de las víctimas forman parte de la agenda.
Colombia está –ahora– frente a una
ventana de oportunidad, que cuenta con el importante apoyo de países vecinos y
del gobierno de mi país. Pero el tiempo disponible para este trascendental
esfuerzo es limitado.
Espero que los participantes en las
conversaciones aprovechen plenamente esta oportunidad y la buena voluntad
expresada hasta ahora por ambas partes, para resolver este conflicto y traer la
paz que tanto merecen los ciudadanos y ciudadanas de Colombia.
JIMMY CARTER
Especial para EL TIEMPO