domingo, 13 de enero de 2013

De pobre prisionero a asesino de luchadores. Apropósito el caso del sargento Pedro Guarnizo


“Pesadilla” ¿para quien? ¿Para los familiares de los cuatro colombianos que pertenecieron
a la Unión Patriótica y que fueron asesinados por Guarnizo y sus compañeros de armas?
En el mundo del El Tiempo y los Santos es al revés, la víctima se convierte en victimario.



De pobre prisionero a asesino de luchadores

Por Nechi Dorado


Hablar de las personas que fueron prisioneras de guerra en manos de la guerrilla colombiana, es introducirse en un pozo demasiado sensible para quien odia los encierros sea quien fuere que los ejecuta.

Sin embargo, no podemos dejar de observar que para el sistema dominante hay distintos tipos de prisioneros. Unos, sobre los que tiene que caer el peso de la ley con todo su rigor. Estos, en general son los pobres, los que de alguna manera osaron quejarse de los atropellos que padecen sus pueblos y que además de ser encarcelados pasarán a llamarse terroristas.

Otros, que dejarán de llamarse prisioneros políticos para el mismo sistema, aunque hayan sido capturados en plena contienda bélica. Esos serán, además de casi santificados, rehenes de los terroristas.


ASÍ ES LA HISTORIA porque lo justo no es justo para todos, el sistema tiene hijos y tiene entenados, esto no es nuevo. Las cárceles colombianas, espantosas como toda cárcel en la que conviven seres humanos degradados moral y físicamente, están abarrotadas de presos y presas, algunos hasta sin condena luego de varios años de permanencia en los penales. Sin acceso a comida, agua, medicina, sin acceso a nada más que al horror.

Como muchas veces son confinados a lugares muy distantes al de su residencia de origen, tampoco tienen acceso a la visita de sus familiares, lo que produce un desprendimiento de vínculos mucho más aberrante aún.

Crecerán sus hijos sin padre o sin madre. Morirán sus padres sin volver a ver los ojos de sus hijos o hijas. Así es la historia de esta gente invisibilizada por la gran prensa internacional, condenados a ser “nadie” para el mundo del cual, guste o no, son parte.
Carecen de cualquier derecho humano y son como una llaga abierta a la que continuamente, el estado colombiano, rocía con sal.

Hubo en Colombia, en el marco de una guerra fratricida que lleva 50 años de ejecución, otros prisioneros políticos. Y digo hubo porque afortunadamente han sido liberados por decisión unilateral de sus captores, las FARC-EP.

Dos prisioneros de guerra del Ejército Nacional capturados en combate con las FARC. En la
foto, el 28 de junio de 2001, se alistan para ser liberados y entregados a la Cruz Roja
Internacional junto a 239 de sus compañeros de armas. Así las FARC cumplieron de
liberar sus prisioneros de guerra unilateralmente al Estado Colombiano.


ESTOS, PARA EL ESTADO NO son considerados prisioneros sino rehenes, no olvidemos que en Colombia, los diferentes gobiernos que ocuparon la Casa de Nariño desconocen que exista una guerra, pese a los beneficios materiales que alcanzan gracias a ese estado bélico.

Que exista un solo prisionero político, de por si, resulta tristísimo, pertenezca al bando que sea. Cuando el gobierno desoyó los insistentes llamados de la insurgencia invitando a un intercambio de prisioneros y luego de muchos años de notar que parecía que estaban hablando con las paredes, fue que decidieron liberar unilateralmente –insisto en este término- a sus detenidos.

La entonces senadora Piedad Córdoba, jugó un papel importantísimo en esa liberación, ya que fue garante de la entrega, en la que salieron todos y  sanos y salvos, del lugar al que nunca deberían haber ingresado.

Entre varios liberados estaba el sargento Pedro Guarnizo, luego de pasar 6 años de prisión. Este hombre, condenado a la tragedia propia y ajena, luego de su liberación hizo declaraciones a la prensa, que lógicamente siguió el caso “liberaciones”, tomando clarísima parte en sus conceptos omitiendo la consideración de que en Colombia hay guerra.

Y para que haya guerra debe haber dos bandos enfrentados.

Dijo al diario El Tiempo “…eran las 11 de la mañana cuando entramos en combate. Eramos 25 militares contra 300 guerrilleros. A las 5 de la tarde ya estábamos sin munición…” agregando “…cuando sentí que se acercaba tropa grité: no disparen, soy Guarnizo, con unos heridos. Pero eran las FARC. Ahí empezó mi secuestro”

Claro, es lógico que en esas circunstancias se sintiera secuestrado, pero convengamos que el sargento fue apresado en combate, en ningún momento habla sobre estar haciendo un viaje de turismo a la zona guerrillera, sino que estaba sin munición. Y con munición se mata, se hiere, se gana o se pierde, al pobre le tocó esto último y podría haber sido al revés.

Solo cambiarían los términos porque entonces ahora estaríamos leyendo en la prensa “terrorista capturado por el ejército colombiano”.

Así cambia la historia, las palabras, las designaciones y así se reproducen y el mundo donde reinan los loros repetidores estaría hablando de eso mismo. Y sabemos que pensar en esto no es mera especulación.


ESTE PRISIONERO FUE SOBREVIVIENTE, además, de un intento de liberación a tiro limpio, realizado irresponsablemente por el ejército colombiano. Cualquiera que jamás haya calzado uniforme alguno, mucho menos empuñado armas y muchísisisimo menos, pertenecido a ninguna fuerza militar, sabría que cuando hay prisioneros hay que ser muy cuidadosos antes de entrar en escena bala va, bala viene, al mejor estilo Rambo, “héroe” de ficción que por trabajar en películas gringas siempre caerá parado y escuchará el aplauso del público festejando su bravura.

Este no era el caso de los muchachos militares colombianos. Lloraron varias bajas de su propio cuerpo por irresponsabilidad e improvisación, ya que la guerra no es un juego sino que es cosa muy seria y lamentable.

Ahora bien, este sargento que al igual que los prisioneros liberados por la insurgencia, entrega unilateral, (repito aún a costa de resultar reiterativamente aburridora) ya no es ese hombre heroico entre los que tratan de salvar a Colombia de la amenaza marxista.

No señores, el sargento parece que no fue una carmelita descalza antes de su cautiverio, ya que esta semana el Tribunal Superior de Villavicencio confirmó que pesa en su contra una condena de 33 años. Fue investigado y condenado por una masacre de 4 personas en Puerto Unión, Meta, en el año ’92.

Varias personas lo identificaron entre los ejecutores de la masacre perpetrada contra adherentes a la Unión Patriótica, cosa que por supuesto, él mismo niega, así como su abogado defensor.

Los carros, cada uno con su ataúd de la familia Carlos Julián Vélez, dirigente del Partido Comunista Colombiano y la Unión Patriótica (UP) en Meta, el mismo departamento donde el sargento Pedro Guarnizo participó en la masacre de cuatro militantes de la UP. Los cuatro integrantes de la familia Vélez, entre ellos un niño de 5-6 años que fue castrado con machete y dejando a morir sangrando, fueron asesinados en esa guerra sucia montada por el Estado Colombiano contra la oposición política legal que costó la UP cinco mil (5000) de sus mejores cuadros.

O sea, quien ayer fuera víctima de la insurgencia, abandonado por sus propios jefes en área de incidencia guerrillera, sobreviviente de una irresponsabilidad sin límites mientras se encontraba en manos de la organización guerrillera, cargaba ya no en su mochila, sino sobre sus espaldas, con la masacre de cuatro militantes políticos que ejercían su derecho a la pertenencia en un movimiento de carácter político no militar.

Vaya uno a saber como seguirá la historia de este personaje que ayer ocupara páginas de los diarios, horas de televisión, minutos de radios nacionales e internacionales como víctima inocente en manos de captores “terroristas”.


VARIAS VECES EL ESTADO COLOMBIANO bajo el gobierno de Uribe lo dejó librado a su suerte, quién puede anticipar sobre lo que pasará mañana con este hombre, sabiendo que en Colombia todo está tan despatarrado que los héroes son los asesinos y de los otros, Dios nos libre y guarde…

Estos días me preguntaba qué será de la vida de aquella mujer casi santificada, la que bajó de un avión luego de ser prisionera durante varios años y que lucía tan bien que cuando la vi pensé, pucha, que no se debe pasar tan mal en el medio de la selva, siendo prisionera de “un grupo de inadaptados sociales que hasta se dan el lujo de hacer entregas de prisioneros u-ni-la-te-ral-men-te…”

Y entre los entregados se encontraba un criminal de personas civiles, ¿quién lo hubiera dicho del “pobre” Guarnizo, no? ¿Qué dirá ahora la prensa des-informativa?