Alvaro Delgado |
Por: Álvaro Delgado
Tomado
de Corporación Nuevo Arco Iris. 22.01.2013 http://www.arcoiris.com.co/2013/01/la-nueva-organizacion-campesina/
En los últimos años, y particularmente a partir de
2010, la opinión pública ha podido observar el inusitado despliegue de las más
variadas movilizaciones del campesinado. ¿De qué se trata? ¿Quiénes son esos
nuevos protagonistas de la lucha social?
Las primeras pesquisas adelantadas por el grupo de
investigación “Tierras, organización social y territorio”, creado por el Centro
de Memoria Histórica y a cuya cabeza está la socióloga Rocío Londoño, ofrecen
información preliminar que puede contribuir a la comprensión de los cambios que
vienen ocurriendo en la ubicación de la protesta social del país.
Se destacan, en
su orden, organizaciones afro-campesinas, campesinas, indígenas, de mujeres y
de derechos humanos, que funcionan principalmente en los departamentos de Chocó
(28,7% del total), Valle del Cauca (14%) y Nariño (12,7%), seguidos de Cauca,
Antioquia, Santander, Bolívar, Caquetá, Huila y Norte de Santander. Las
formaciones de cubrimiento nacional –que operan las principales redes de
solidaridad y comunicación, dentro y fuera del país– constituyen el 12% del
total y están ubicadas en centros urbanos, bien sea por la facilidad de su
acceso, la centralidad geográfica, las ventajas burocráticas o la búsqueda de
la menor inseguridad posible para las personas que las representan.
“Se trata ante
todo de organizaciones aparecidas después de los años 80 del siglo pasado, cuya
misión se ha tornado más compleja: ahora no solamente luchan por el derecho a
la tierra o por un trabajo digno, sino que a sus fundamentos, ejes centrales u
objetivos añaden el derecho a la vida, al comercio justo, a la estabilidad
ambiental y a la memoria, entre otras reivindicaciones”, afirma Leonardo Parra,
en informe preliminar sobre la pesquisa.
La orientación
política de ese vasto movimiento está en manos de sectores sociales y políticos
independientes y se compone de víctimas directas de la confrontación armada, el
despojo de tierras, el marginamiento social que impone el latifundio y la
arremetida estratégica que últimamente ha emprendido el gran capital
transnacional sobre los recursos naturales del campo. Las principales demandas
de los núcleos familiares no son de carácter laboral o asistencial, sino que
tienen que ver con la posesión de la tierra, la supervivencia de la familia
campesina, el equilibrio del ecosistema y el goce de las libertades públicas.
Es un escenario donde
tienen cabida los sindicatos, los núcleos progresistas, las iglesias, las
organizaciones de solidaridad internacional, con la particularidad de que en
esas labores se destaca el acompañamiento de núcleos de investigación social,
grupos estudiantiles y culturales y órganos de prensa dedicados exclusivamente
al tratamiento y difusión del movimiento social campesino. El resultado está a
la vista: el movimiento social campesino del país ahora se orienta y trabaja en
redes que traspasan los linderos nacionales.
Hay una afirmación que ilustra sobre la situación
actual de las organizaciones campesinas colombianas: “No se puede negar que la
Anuc y diferentes expresiones organizadas de los campesinos han sido
derrotadas, como el gran movimiento de los campesinos. Pero a la vez han
presentado continuidad en sus acciones bajo distintos repertorios
reivindicativos. Hoy día los usuarios campesinos se han desdoblado en múltiples
organizaciones locales de índole social, comunitaria, productiva y de medio
ambiente. Se han insertado en nuevos espacios de diálogo, como las mesas
agrarias, en las cuales se interactúa con la institucionalidad”.[1]
En referencia a los cambios producidos en el agro
colombiano por mediación estatal a partir de los años 60, incluso el PNUD conceptúa
que “si bien miles de campesinos en todo el territorio nacional pudieron tener
tierra gracias a estas acciones, detrás de ello estaba la creación del
campesinado colombiano como sujeto político y actor transformador del sector
rural del país.[2]
La consideración del papel desempeñado por las
organizaciones sociales del campo colombiano aparece de una a la otra punta del
largo conflicto armado que ha soportado el país. Las formaciones del campo
emergen, luchan y desaparecen para volver a surgir en el principio y en las
etapas finales del drama. Sin ellas de por medio no podrían explicarse los
acentos y los desmayos de la violencia y la guerra. “Para poder defendernos
tenemos que organizarnos”, dicen hombres y mujeres del campo; para vencer y
desaparecer a quienes se nos opongan es necesario ante todo destruir su
organización, proclaman las fuerzas del despojo y la victimización del
campesinado.
Las organizaciones sociales son importantes porque
permiten conocer lo que pasa en la escena social, el sentido de la protesta y
las razones del repudio de las políticas públicas asociadas a la violencia. La
historia de las luchas sociales es la misma historia de las organizaciones.
[1] Carlos Salgado y otro. Informe de Desarrollo Humano, Colombia,
2011. El campesinado. Reconocimiento para construir país. Bogotá: PNUD,
2012, 92.
[2] PNUD. Informe de Desarrollo Humano, 2011, p.
201.