Gustavo Petro Alcalde de Bogotá. Diego Santacruz |
Colombia:
¿Por qué Petro tiene razón?
por Álex Vernot
El abogado
Álex Vernot, cercano al Alcalde, sale en defensa de la gestión del alcalde de
Bogotá Gustavo Petro
La
que da título a este artículo es una buena pregunta, si se piensa
preliminarmente que, según las encuestas, muchos bogotanos están contra la gestión
del Alcalde de Bogotá. Sobra decir que las empresas encuestadoras también
representan "intereses" de sus clientes, que claramente hacen parte
del "poder económico", y por esta razón se pueden sentir afectados o
amenazados por las medidas de Gustavo Petro, así que tampoco están libres de
pecado. Las encuestas de la propia Alcaldía son diferentes, particularmente en
los estratos bajos, donde el Alcalde es positivamente popular y donde se
reconocen las bondades de sus medidas, que claramente benefician a las personas
más pobres de nuestra sociedad.
El portero
del edificio donde vivía, exmilitar y combatiente en su época en los
territorios de influencia del M-19, me comentó con felicidad que él había
combatido contra esa guerrilla, pero que, la verdad, esa medida de bajar las
tarifas de TransMilenio y poder viajar más barato en las horas valle le había
cambiado su economía y la de su familia.
A raíz de
esta avalancha de críticas contra el Alcalde, cada día, casi sin excepción,
debo enfrentar las quejas de quienes ven en mí a un amigo del Alcalde y, por
alguna razón que desconozco, a un representante de él. Lo que no saben los que
me hablan del Alcalde es que prácticamente nunca lo veo, por lo obvio y difícil
que significa hablar con un gobernante.
Sin embargo,
estos reclamos permanentes y mis explicaciones a estos me han llevado a pensar
y reflexionar si el Alcalde hubiera podido hacer las cosas diferentes o, por lo
menos, hubiera podido hacer lo mismo sin despertar tanta ampolla.
Como soy,
en términos de las personas comunes y corrientes, una persona del
"establecimiento", porque trabajé para empresarios importantes y para
dueños de bancos, no se entiende cómo puedo ser amigo de Petro.
Creo que
uno es amigo de alguien porque le cae bien, porque lo admira, porque le parece
chistoso o, simplemente, porque le da la gana. Yo creo que decidí ser amigo de
Petro, además de algunas de las razones anteriores, porque me parecía un
"berraco" en la política, porque no le tenía miedo a nada y porque
enfrentaba lo que nadie se atrevía a enfrentar. De Petro aprendí algo: uno no
tiene por qué quedarse callado cuando tiene la razón o cuando tiene la prueba
de algo. Esta es una lección de carácter y firmeza de valores que necesita
urgentemente nuestra sociedad colombiana, donde todo el mundo sabe todo sobre
todo, y todo el mundo se hace el de la vista gorda.
A veces a
la gente la preocupa más la forma que el fondo. Ahí puede estar parte del
problema; me da la sensación de que para Petro la forma también tiene que ver
con el fondo, no es accesoria, es fundamental. Esto es lo que creo que no han
visto los que tanto lo critican. Ven el árbol, pero no ven el bosque. Es un
tema de fondo, es un tema estructural.
Ser amigo
de Petro fue durante mucho tiempo vergonzante para otros, no para mí, hasta que
llegó a la Alcaldía. De la noche a la mañana, esto que era un defecto inmenso
se volvió una virtud, por un par de meses solamente, tiempo durante el cual
recibí el mayor número de solicitudes de reuniones en mi vida. Por mi oficina
pasaron muchas personas y muchas compañías ofreciendo proyectos de todo tipo,
situación que de alguna manera era explicable, pero que desde otra perspectiva
refleja la concepción de los contratistas y de las compañías multinacionales de
lo que es la forma de llegar al gobernante: a través de los amigos. No reparo
en esto como un gran pecado. En cambio, pienso que es urgente una ley que
regule el lobby en Colombia, para que se sepa de frente quién tiene intereses y
quién los representa; y para que, si hay lugar al pago de honorarios por estas
actividades, dejen de ser secretos e ilegales, porque, así no nos guste, los
negocios se hacen por debajo o por encima de la ley.
Las
solicitudes de reuniones desaparecieron cuando las personas que me visitaron se
dieron cuenta de que, a través de mí, no se llegaba a Petro en términos
prácticos.
Esta es
otra característica de Petro: es inabordable; parte seguramente del problema y
de las críticas que hay en su contra: no hay cómo llegar a él. Defecto o
virtud, para mí es lo segundo. Un gobernante no puede ser solamente la caja de
resonancia de los negocios estatales, pues representa mucho más que eso.
Debo reconocer que traté de transmitir lo que, estoy seguro, es el pensamiento de Petro: a la Alcaldía le pueden proponer todo tipo de proyectos, siempre que consulten la política del Alcalde de corte eminentemente social y, claro, cero corrupción.
Debo reconocer que traté de transmitir lo que, estoy seguro, es el pensamiento de Petro: a la Alcaldía le pueden proponer todo tipo de proyectos, siempre que consulten la política del Alcalde de corte eminentemente social y, claro, cero corrupción.
Creo que
la contratación pública, tanto a nivel nacional como local, se adjudica en una
gran mayoría dentro de un marco de corrupción, que tiene muchas formas: desde
sobornos de funcionarios públicos hasta dádivas a políticos, parlamentarios y
concejales para obtener gobernabilidad, todo a cambio de contratos.
Lo
anterior significa que muchos de los servicios públicos, como el transporte, la
electricidad, el manejo de basuras, las vías, el agua, la atención en salud y
la educación, están por cuenta y funcionan sujetos a la corrupción; y esto es
lo realmente importante para Petro, la cobertura de estos servicios públicos
para las clases menos favorecidas, que en términos de Colombia son más del 50
por ciento de las personas que viven por debajo de la línea de la pobreza.
Millones de personas indigentes y millones de personas sin techo, sin educación
y sin salud, entre otros.
Uno de los
temas de fondo para Petro, y en general para el análisis de los problemas de
Colombia, es el dinero que queda en manos de algunos contratistas de servicios
públicos que se prevalen de métodos ilegales, corruptos o, por lo menos,
inmorales, para enriquecerse por cuenta del Estado.
La
pregunta que surgiría de un análisis objetivo y no apasionado sería: si somos
nosotros los que pagamos los impuestos, ¿por qué nos duele tanto que Petro
ataque la corrupción y a los contratistas a nivel local y nacional? ¿Por qué,
entonces, la saña de la gente contra Petro?
La
respuesta no es clara, pero en mi opinión pasa por tres razones, la primera,
culpa de Petro: no sabe comunicar el fondo de sus causas, de sus batallas, de
lo que está en juego en ellas. Este es un tema grueso, y creo que mucho del
éxito o fracaso de la gestión del Alcalde pasará por aquí. ¿De qué sirve dar
estas peleas si no son capaces de comunicar las razones de las mismas? Aquí los
enemigos de Petro y, en mi opinión, los dueños de los intereses van ganando, pues
han logrado volverlo a él el malo, cuando debería ser al revés.
La
segunda, un trabajo sistemático que hacen los medios de comunicación contra el
Alcalde, porque creen equivocadamente que representa una amenaza objetiva. La
pregunta es: ¿por qué? Yo creo que son esos odios gratuitos, estimulados por la
posición aparentemente arrogante del Alcalde, que él confunde pensando que todo
el mundo lo quiere manosear en términos populares, y yo creo que no es así.
Mucha gente lo quiere ayudar y él no permite que nadie se acerque.
La tercera
razón es más una intuición que cualquier cosa: no veo que el Alcalde tenga un
equipo que crea en sus tesis, en su modelo político, en sus causas, en sus
batallas. Siento que está solo y que, salvo escasas excepciones, es como un hombre
solitario remando contra la corriente.
Entonces,
¿puede Petro dar esta batalla pactando como cualquier alcalde con aquellos a
quienes pretende quitarles los contratos que considera de muchas formas
espurios o ilegales? ¿Con los mismos de siempre, que son los mismos que
contratan en toda la nación? Yo creo que no.
Las
posibilidades de que Petro logre un éxito general en la Alcaldía en términos
prácticos son bajas, porque se está enfrentando a muchas cosas a la vez. Se
está enfrentando a una contracultura que lo ve a él como un advenedizo, como
una amenaza de alguien que quiere cambiar todo, cuando todo funciona tan
bien... La pregunta es: ¿bien para quién? ¿Para el 1,12 por ciento de la
población que es dueña de más del 51 por ciento de la riqueza, o el 0,64 por
ciento de las personas que es prácticamente dueño del 70 por ciento de las
mejores tierras en Colombia, o para 5,2 millones de personas desplazadas en los
últimos 25 años, de las cuales el 65 por ciento es menor de 25 años, y el 14
por ciento, menor de 4 años? Alrededor de 728.000 niños. Yo creo que las cosas
no están bien, salvo para ese 5 por ciento que es el dueño del país en términos
prácticos.
En estos
términos me sigue pareciendo un berraco.
Lo último
del "todos contra Petro", además de la revocatoria del mandato -me
pregunto quién irá a poner el dinero para esto; esperemos a ver cómo lo
triangulan-, es que el Procurador lo va a destituir o que el Fiscal lo va
empapelar por el tema de las basuras. Yo no creo ni lo uno ni lo otro. El
Procurador ha demostrado ser una persona valiente como Petro, que ha tomado
decisiones trascendentales contra la corrupción. Y el Fiscal General es prenda
de garantía de la legalidad. Creo que ambos, como demócratas, entienden el
importante papel que representa Petro en una democracia: el balance de poderes.
Me preocupa más la saña de esas élites comprometidas, que ven en Petro una
amenaza real a ese statu quo que tantos defienden, en mi opinión sin sentido.
Por esto
creo que Petro tiene razón.
ÁLEX
VERNOT
Especial para EL TIEMPO
*Abogado. En el libro ‘Cómo funcionan las cosas’, el publicista Ángel Beccassino lo entrevista sobre temas nacionales. En la próxima Feria del Libro publicará una novela del conflicto en Colombia.
Especial para EL TIEMPO
*Abogado. En el libro ‘Cómo funcionan las cosas’, el publicista Ángel Beccassino lo entrevista sobre temas nacionales. En la próxima Feria del Libro publicará una novela del conflicto en Colombia.