miércoles, 30 de enero de 2013

Ex presidente César Gaviria sueña con dividir a las FARC. Taca burro



Horacio Duque.

Cesar Gaviria, ex presidente colombiano, jefe político de la delegación del gobierno para las conversaciones de paz en La Habana, ha dicho e indicado muy orondo a sus subalternos que es preferible hacer un acuerdo con un "sector" de las Farc y dejar al resto de dicha guerrilla por fuera a causa de su supuesto radicalismo (Ver diario El Espectador de Bogota, en su sección política del martes 29 de enero de 2013).
La recomendación la plantea a propósito del debate por el cese bilateral del fuego y hostilidades, luego que terminara la tregua unilateral decretada por los Farc en un lapso de 60 días y con resultados contundentes por el clima de paz vivido.
Las palabras de Gaviria tienen mucha trascendencia toda vez que varios de los funcionarios colocados en los cargos relacionados con las conversaciones de paz corresponden a su cosmovisión neoliberal. Humberto de la Calle, ha sido su abogado de toda la vida y Fernando Carrillo, el Ministro del Interior, es hechura de fabrica. Son como unos clones sin fisuras.
Gaviria, genio y figura de la politiquera colombiana para quien la regla vital de su existencia ha sido el "divide y reinaras". Fue el artífice del cartel de los Pepes, una alianza siniestra entre la policía y el cartel de Cali, para aniquilar a Pablo Escobar en Medellin.
Cerebro del neoliberalismo nacional (es economista neoclásico furioso), autor de la apertura económica que destruyo buena parte de la economía colombiana al iniciarse los años 90. Confeccionó un discurso ambiguo para direccionar el proceso, la septima papeleta y la Asamblea Constituyente de 1991, que emitió una Constitución incorporando un modelo social de fachada pero con un marco expedito para las recetas privatizadoras y la autonomía de los militares que a su amparo han cometido las peores atrocidades en materia de derechos humanos como los conocidos "falsos positivos". Gracias al artículado de la Constitución del 91, de la que se ufanan seudo izquierdistas de cafetin, este país ahondó sus desigualdades y tiene unos potentados multimillonarios que se disputan primeros lugares en la globalidad. Todo eso se lo debemos a la famosa constitución de 1991 del señor Gaviria, que ahora nos ensalzan para descalificar la propuesta revolucionaria de convocar una Asamblea Constituyente que funde una nueva democracia para la paz en Colombia.
La inciativa del señor Gaviria de dividir las Farc es su viejo sueño, ya lo intento en 1991 cuando bombardeo La Uribe (Meta) con el fin expreso de propiciar la dispersión de la fuerza guerrillera, según recomendación que le hacían sus cerebros de cabecera, Chucho Bejarano y Rafael Pardo, el actual Ministro de Trabajo.
Ese proyecto retrata la miseria ética y política del personaje. Sus claves son las de un codicioso mercader. Desconoce que la unidad de la resistencia campesina revolucionaria expresa valores muy profundos de cohesión en el seno del pueblo colombiano que ha sufrido la violencia y despotismo de la oligarquía por muchos años. Las Farc expresan con certeza, mediante su forma de lucha, la potencia de la voluntad popular que tiene como objetivo supremo destruir el dominio de las élites plutocráticas y su régimen político autoritario, de cohecho electoral y partidos empresas de corrupción y despojo de los patrimonios sociales.
Taca burro el caballero. Primero que se ocupe de la división en su jurisdicción y mire a ver que hace con el ex presidente de marras que causa desorden y puntos de fuga en el bloque dominante.
Señor Gaviria, ¿Cierto que soñar no cuesta nada?. No aprende Usted de su experiencia pasada y los daños que le hizo a Colombia con sus reformas de mercado al Estado para privatizarlo y de la sociedad civil para debilitar las múltiples formas de la organización autónoma del pueblo.